Girasol: La suba de los DEX complicará el desempeño del sector

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Con la mejora de precios internacionales, se lograron sembrar 2,5 M ha en la campaña 2022/23. En un contexto de precios y márgenes a la baja, una suba de derechos de exportación afectaría gravemente al sector.

(NAP) El girasol es un complejo clave en el sector agroindustrial argentino, si se tiene en cuenta que  Argentina es el tercer exportador mundial de harina y aceite de girasol.

En este sentido, los productos derivados de la industria aceitera desempeñan un rol fundamental en la inserción internacional, siendo el octavo complejo exportador de Argentina.

Un informe de la BCR recordó que en el 2022, el complejo aportó 2,1% del valor agregado de todas las cadenas agroalimentarias. A nivel intra-sector, poco más del 82% de la oferta total de girasol tiene como destino las fábricas aceiteras, representando este eslabón más de 10% del agregado de valor de toda la cadena productiva.

Debido al rol de la industria en el entramado productivo del sector, cualquier distorsión que recaiga sobre ella, impactará directamente sobre la comercialización local, además de afectar la rentabilidad de los productores y las posibilidades de producción.

A comienzos de la década de los noventa, tras varios cambios en los esquemas arancelarios para el sector, se llevaron a cero durante casi toda la década.

Producto de esa decisión, el hecho coincidió con un importante crecimiento de la superficie sembrada, alcanzando un récord histórico en la campaña 1998/99 con más de 4 millones de hectáreas implantadas.

Aunque las decisiones de producción se encuentran afectadas por diversos factores que se resumen en la señal de los precios y la rentabilidad de las producciones sustitutas, este esquema sin derechos de exportación colaboró positivamente a incrementar la producción local.

La aparición y explosión productiva de la soja, sumado a la aparición de Ucrania y Rusia como grandes productores de girasol, que acapararon  el mercado internacional, se generó además una depreciación de las cotizaciones, por eso se explica en gran parte, la abrupta caída del área sembrada a finales de los noventa.

Con la reaparición de los aranceles a la exportación en la campaña 2002/03, que gravo al aceite y pellets de girasol con una alícuota de 20%, nivel que se mantuvo hasta dar un salto importante para la campaña 2007/08, al alcanzar gravámenes del 37,2% para aceite y 39% pellets.

En nueve meses, entre noviembre de 2007 y diciembre de 2008, el nivel de las alícuotas se modificó cinco veces, intercalando bajas y subas, hasta tocar el 30%, arancel que permaneció estable hasta finales del 2015.

En los primeros años de los 2000, el área sembrada logró recuperarse a pesar de los altos derechos de exportación debido a las notables mejoras en los precios internacionales y un tipo de cambio más alto, pero entre 2007/08 y 2015/16 el área sembrada de girasol cayó 45% ante la altísima carga tributaria y pérdida de rentabilidad, llevando el área a mínimos de 1,3 millones de hectáreas en la campaña 2013/14.

Con la quita transitoria de los derechos de exportación a finales de 2015, el productor encontró cierto alivio y pudo incrementar el área, mientras que, en los últimos años, la suba de precios internacionales colaboró positivamente y permitió alcanzar un área sembrada de 2,5 M ha en el ciclo 2022/23.

Esta mejora se produjo, pese a que los derechos de exportación que gravaban 5% a la semilla y pellet de girasol, mientras que el aceite carga con una alícuota de 7%.

Al analizar la contribución del complejo girasol en concepto de derechos de exportación, la cadena aportó USD 1.358 millones durante los últimos trece años, lo cual representa casi la totalidad del valor exportado por el complejo en toda la campaña 2022/23. 

Reunificar las alícuotas en un nivel del 15 % implica un peso mayor de la carga tributaria para la producción de derivados de girasol por la mayor base imponible. En última instancia, la mayor carga tributaria sobre la exportación industrial termina reduciendo la capacidad teórica de pago al productor y socavando la rentabilidad de la producción del cultivo.

El posible aumento de los derechos de exportación se presenta en un contexto de cotizaciones internacionales a la baja por un reacomodamiento del mercado, luego de las disrupciones en el comercio global por el COVID-19 y la invasión de Rusia a Ucrania.

A nivel doméstico, según datos de la Secretaría de Agricultura (SAGyP), la rentabilidad bruta incluyendo arrendamientos atraviesa un momento muy complejo desde comienzos de 2023.

La mayor carga que tendrá impacto en la rentabilidad del productor que está por cosechar la oleaginosa 2023/24 sembrada con otras reglas de juego y, podría complicar la siembra de la próxima campaña 2024/25.

En la campaña próxima, incidirían los mayores derechos de exportación y la existencia de un tipo de cambio importador mayor que para exportar, lo que aumenta los costos de producción y afecta aún más el equilibrio de rentabilidad del productor. (Noticias AgroPecuarisa)

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