Situación de los suelos y recomendaciones de fertilización (II) para la región extrapampeana

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En el Simposio Fertilidad 2023 especialistas de todas las regiones detallaron cómo estaban y cómo quedaron los suelos después de la peor sequía en el NEA, sudeste de Buenos Aires y en el ‘oeste arenoso’.

(NAP) En el Simposio Fertilidad 2023, que organizó Fertilizar AC la semana pasada en Rosario, especialistas de distintas regiones del país compartieron la situación actual y las recomendaciones de manejo para cada zona, las explicitaron en el panel “Nutrientes para sistemas sustentables a nivel regional: ¿Qué hay de nuevo viejo?”.

En esta primera nota, publicamos la exposición de los especialistas que trabajan en las regiones del Noreste Argetnino, el sudeste bonaerense, y el llamado oeste arenoso, de Buenos Aires y La Pampa. El Panel estuvo moderado por Andrés Grasso, responsable de Desarrollo Técnico y Comercial de Recuperar SRL, socio activo de Fertilizar AC.

NEA

El ingeniero agrónomo Nicolás Stahringer, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Nordeste quien dio a conocer los avances en fertilización nitrogenada en maíz. Según reveló, estudios realizados en el norte argentino muestran pérdidas de aproximadamente 30% de materia orgánica tras la primera década de agricultura. Esto, sumado al incremento de los rendimientos del cultivo de maíz en los últimos años y el consecuente crecimiento de la demanda de nitrógeno, ha llevado a un aumento de la fertilización nitrogenada.

En general, los suelos analizados se encontraron muy bien provistos de fósforo, pero también hubo lotes con menos de 20 partes por millón.

Además, en estudios realizados durante las campañas 2020/21 y 2021/22 por Stahringer y un equipo de expertos, la respuesta a nitrógeno en maíz fue significativa en sitios con antecesor invernal trigo o barbecho, y el umbral crítico se estableció en un rango de 137 a 157 kilos de nitrógeno por hectárea.

Pampa arenosa

Por su parte, Miriam Barraco del INTA General Villegas brindó una charla sobre el manejo de la fertilización en cultivos de granos en la llamada Pampa Arenosa, región que se abarca el noroeste de Buenos Aires, el noreste de La Pampa y también los extremos sudeste de Córdoba y sudoeste de Santa Fe. Los suelos son de texturas arenosas a franco arenosas, con moderada capacidad de almacenaje de agua, alta permeabilidad y bajos a medios contenidos de materia orgánica. Allí, la intensificación de la agricultura y la falta de rotaciones con pasturas perennes produjo una caída de los niveles de carbono de los suelos, disminuciones significativas de fósforo, calcio, zinc, y una baja en los valores de pH.

En el caso del fósforo, un relevamiento mostró que el 90% de las muestras se encuentran por debajo de los umbrales en trigo y maíz, y un 60% por debajo de los umbrales para el cultivo de soja, siendo este nutriente junto con el nitrógeno los que más limitan la productividad. Con respecto al azufre, en general los valores son bajos.

Para el trigo, en ausencia de limitantes hídricos, el nitrógeno constituye el principal nutriente limitante. En ambientes de alta productividad, el nitrógeno objetivo (N suelo + N del fertilizante) varía entre 150 y 170 kilos por hectárea para este cultivo en la región, mientras que, en sitios con rendimientos menores, el umbral se encuentra entre los 100 a 120 kilos por hectárea. Dada la escasa probabilidad de lluvias durante el invierno, en esa zona se recomienda la aplicación de nitrógeno en los primeros estadios del cultivo hasta inicio de macollaje.

En maíz temprano, los suelos presentan bajos contenidos de nitrógeno como consecuencia de sus texturas arenosas, las pocas precipitaciones y las bajas temperaturas que se dan durante los meses de barbecho, de mayo a setiembre. En un estudio realizado una década atrás, el umbral se ubicó en 157 kilos de nitrógeno por hectárea, pero según indicó la ingeniera, evaluaciones recientes en sitios con más de 25 años de agricultura continua muestran umbrales superiores.

Respecto del agregado de fósforo en cultivos de la gramínea, hay una eficiencia de uso promedio de 80 kilos de grano por kilo de nutriente aplicado.

“En soja, el nitrógeno es indiscutiblemente un elemento cuyos aportes desde el suelo son insuficientes para la normal producción, sin embargo, su demanda es cubierta eficientemente por inoculación”, dijo la ingeniera. En fósforo, por su parte, se observó una respuesta media de un 6,1%, es decir, 229 kilos más por hectárea. Por la susceptibilidad de la soja a efectos fitotóxicos, en la Pampa Arenosa es recomendable evitar la fertilización en contacto directo con las semillas. “Aconsejamos la aplicación separada de la línea de siembra, entre 2 y 3 centímetros o aplicaciones al voleo anticipadas a la siembra del cultivo”, recomendó Barraco.

Y advirtió que “la deficiencia generalizada de fósforo, con un 25% de los lotes con contenidos menores a 9 partes por millón, alerta sobre la necesidad de incrementar el aporte de este nutriente”.

Asimismo, destacó que el descenso de los valores de pH de los suelos y la disminución de otros nutrientes como calcio, magnesio, boro y zinc en algunos sectores de la región hace necesario intensificar su monitoreo y evaluar su contribución con respecto a aplicaciones de base con nitrógeno, fósforo y azufre.

Sudeste

El consultor y asesor regional de Aapresid, Guillermo Divito, contó cómo manejan la nutrición los productores del sudeste de Buenos Aires. Según dijo, en trigo y cebada, cultivos que ocupan entre el 40% y el 60% de las rotaciones, los rendimientos obtenidos en la región son excelentes. “En trigo llegamos a 6.000 kilos de promedio en las peores zonas, las someras, las consideradas marginales”, destacó. Pero señaló que esto viene acompañado de una caída en el contenido de proteína.

Ambos cultivos presentan parámetros de calidad que condicionan el precio de venta del grano, que dependen directamente de la nutrición, especialmente nitrogenada”, indicó Divito.

De acuerdo con el consultor, en un 91% de los casos, para trigo y cebada las dosis de nitrógeno se fraccionan en aplicaciones que se realizan entre inicio y fin de macollaje. Sin embargo, el monitoreo del estado nitrogenado del cultivo a partir de encañazón para definir si es necesario refertilizar es una materia aún pendiente que menos del 5% de los productores emplea.

Por otra parte, a pesar de que se han reportado deficiencias de azufre desde hace diez años, hoy solo el 56% de los lotes se fertilizaron con el nutriente en las dos gramíneas.

En zinc, en tanto hay varios sitios con poco contenido del nutriente y se encontraron respuestas positivas a su agregado. “Hay que empezar a observar este nutriente como uno de los próximos deficitarios”, advirtió Divito.

En maíz “estamos con modelos muy austeros de manejo de nitrógeno y probablemente estemos pasados de plantas. Por eso decimos: menos plantas, más nitrógeno”, indicó. Y señaló que falta conocer la dinámica del nitrógeno en ambientes tardíos y el gran desafío es la complejidad de los cultivos de servicios. Por otro lado, hay un buen avance en la calibración de maíz de segunda.

En girasol, que hoy ocupa entre el 20% y el 35% de las rotaciones, según Divito, se fertiliza poco con nitrógeno y en general sin muestreos, y hay poco avance en otros nutrientes. (Noticias AgroPecuarias)

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