Qué dejó el trabajo del IPCVA Carne argentina, Carne sustentable

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El estudio desarrollado por el IPCVA dejó herramientas para alcanzar la sustentabilidad productiva, mejorqara la huella de hídrica y demostró que el impacto de la ganadería bovina en el cambio climático es menor que el de la industria convencional.

BUENOS AIRES (NAP) Un destacado grupo de especialistas analizó este marte las diferentes características de la producción ganadera argentina en el marco de la presentación de estudio “Carne argentina, carne sustentable, que encargó el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA).

Entre los especialistas expusieron el  Ing. Agr Anibal Prdomingo del INTA ANGUIL DE la Pampa; el Dr. Javier Echazarreta, se refirió la Huella de agua e hídrica en la carne bovina argentina y el Magister en Economía Roberto Bisang se refirió a los desafíos de la cadena de Ganados y Carnes, en tanto que el Ing. Agr. Ernesto Viglizzo del CONICET, quien abordó diferentes aspectos de los balances de huella de carbono en la ganadería vacuna.

La sustentabilidad

Pordomingo definió a la ganadería como un sistema ganadero integrado, a partir de una matriz geográfica muy amplia que atraviesa al país desde el norte hasta el sur “cruzando los sistemas silvopastoriles hasta los de pastizales puros del centro pampeano o de la Patagonia”

“Encontramos que son ambientes muy extremos con ganadería bovina como parte del negocio de este ambiente, lo que hace generar oportunidades, relaciones, actividades que involucran personas y le dan una transversalidad única al negocio cruzando la gran geografía nacional”, sostuvo.

Anibal Pordomingo, INTA Angul, La Pampa.

Pordomingo recordó que la ganadería, en su génesis pastoril, a lo largo de los años fue incorporando de a poco los sistemas de terminación a corral o de cría a corral pero con ciertas particularidades.

En ese sentido explicó que con diferente grado de inversión tiene una dispersión geográfica fuerte, vemos corrales de engorde desde Patagonia hasta  Salta, Jujuy o Misiones. Cruzando toda la región ganadera y generando oportunidades para estos sistemas.

La ganadería argentina tiene una geografía que “la veamos centralizada, porque en el pasado se trasladaban los productos de la cría hacia las regiones núcleo donde había pasturas templadas o donde ocurrían los engordes pero en la actualidad  los ciclos son completos por las oportunidades de completarlos gracias a  los procesos agrícolas”, explicó.

“Ese cambio de actitud generó una impronta regional a la cría, a la recría y la terminación, y ofrece oportunidades como vemos en el norte del país con mejora sustancial de la genética, de la forma de mirar a la cría,  como oferente de terneros, y con teneros con algún atributo propio de calidad para los procesos que le siguen posteriormente”, amplió

El investigador del INTA Anguil contó también que con el tiempo la producción ganadera paso de un ciclo de cría y la migración hacia zonas para la terminación de los animales, el productor paso a la recría y al ciclo completo.

La incorporación de tecnología permitió aumentar más la unidad de tiempo, elevar el kilaje, el forraje conservado o el grano en los potreros.

Contó además que con el tiempo se fueron incorporando “ herramientas como es el silaje de maíz, de pasturas, de sorgos, o el transladando megatérmicas o especies el implante de especies que crecen en el verano para hacer reservas en el invierno y hacer forrajes conservados, factores que reestructuraron los sistemas”, detalló.

Ese proceso genero una serie de modelos que hoy coexisten, que van de los  mas pastoriles a los mas intensivos, aunque algunos con procesos muy largos, que son los ganaderos puros pero son cada vez menos, con respecto a que el animal va a una faena de más de 30 meses.

La incorporación de tecnología permitió aumentar más la unidad de tiempo, elevar el kilaje, el forraje conservado o el grano en los potreros o usar el corral para acelerar la recría y acelerar los engordes.

“Hoy podemos decir que un ternero al pie de la madre es capaz de aumentar 800 gramos por día y si hiciera eso a lo largo de toda su vida tendríamos un animal altamente eficiente, alcanzando a los 15 meses de vida, 18 meses de vida, un peso de faena para el mercado que estemos imaginando”, detalló.

Al respecto rescató el gran esfuerzo tecnológico, porque “los productores van adoptando este tipo de herramientas y hay un espacio de mejoras sustancial que es acelerar estos procesos que  todavía están un poco lentos. Como son procesos largos de recría, acortándolos sin ir a un aumento de peso exagerado, se puede estar los 800 gramos por dia, durante esa fase de recria, para luego no pedirle a la terminación 1 kilo y medio, sino que con 1 kilo 200 esté en condiciones de tener este animal terminado” resaltó.

La Huella hídrica 

Javier Echazarreta, INTI

Por su parte Javier Echazarreta de lNTI eplicó que al trabajar en la huella hídrica se buscó analizar el consumo de agua generado para la producción de un kilo de carne vacuna, que incluye todo el proceso de producción que va desde la preñez de la vaca hasta la producción industrial y asociada a la cuenca hídrica.

En ese sentido  hace un par de años: “Trabajamos con el IPCVA, para evaluar el consumo de agua del animal desde la cuna hasta la puerta del frigorífico y hablamos desde la producción primaria, que está asociado a la alimentación, de los animales, las labores culturales que se realicen en los campos ganaderos y en aquellos agrícolas, para la producción de ese grano que consume. Además tuvimos en cuenta aspectos como las precipitaciones para el cálculo hídrico”

Para una mejor interpretación del consumo de huella hídrica, las clasificó en huella verde, que incluye el agua consumida para la actividad agrícola, huella azúl y huella gris, que asimila la carga contaminante en el proceso indsutrial.

La verde es la generada por el aguan de lluvia, la azul es la extraída del suelo y la gris corresponde a las aguas utilizadas en los procesos industriales.

En cuanto al consumo de agua, Echazarreta puso el ejemplo hipotético de seis frigoríficos exportadores, que además incluye al transporte de insumos que abastecen a los campos, a la industria y a los animales vivos desde el campo al frigorífico.

El consumo de agua considerado huella verde producida en la etapa productiva 1, que sería la alimentación consumida desde la preñez, la alimentación del animal con un consumo aproximado del 37%, que abarca la etapa del ternero hasta la recría y el 63% de la huella verde alcanza a la etapa de novillo, hasta su terminación.

En cuanto al consumo de agua considerada huella azul incluye todo el proceso de cría y recría  representa el 46% el consumo y, en la etapa de terminación del novillo se calcula otro 46% y el 8% restante corresponde al agua consumida en el frigorífico. Y, en cuanto al agua considerada gris que es la utilizada en la industria para diluir ciertas sustancias, representa, aproximadamente 60 litros por kilo de carne, detalló el investigador del INTI.

Producir un kilo de carne desde la preñez de la vaca hasta la faena en el frigorífico equivale a 16 mil litros de agua

En resumen, el consumo de huella hídrica es equivalente a 16.000 litros, de los cuales 60 litros corresponden a la huella gris, 110 litros a la huella azul, mientras que los parámetros internacionales recomiendan un consumo de entre 15.500 y 16.00 litros de agua. Para el caso de las carnes refrigeradas al vacío se habla de 2.000 litros de agua por cada kilo de carne vacuna.

Un reciente trabajo realizado por el frigorífico Logros ubicado en la localidad cordobesa de Río Segundo, ala mostrar sus indicadores ambientales permitió determinar que  por cada kilogramo de peso vivo se consume 0,150 metros cúbicos de agua.

En Brasil el mismo estudio estaba en 0,77, en Sudáfrica estos valores crecen a 3,23 y en Italia se habla que de casi 31 metros cúbicos de consumo de agua para por kilogramo de peso vivo.

Al asociar el consumo de agua con un animal de 480 kilos, del que se procesa el 60% para la media res, el consumo de agua se ubica en 2078 litros por kilogramo de carne refrigerada envasada al vacío, en la puerta del frigorífico.

Como conclusión final Echazarreta estimó que “la producción de la ganadería argentina es sustentable, cuyo impacto ambiental no es tan elevado”

La Huella de carbono

Ernesto Viglizzo, en su presentación recordó que en los tiempos que corren  hay una creciente influencia global de entidades ambientalistas y entidades veganas que acusan a la ganadería bovina de utilizar un exceso de tierra, un exceso de agua, contaminar los recursos naturales, emitir grandes volúmenes de gases de efecto invernadero, además afectar la salud humana con enfermedades cardiovasculares.

Ernesto Viglizzo, CONICET

Explicó, además, que aparece en Europa lo que se denomina el pacto verde europeo, que claramente apunta a imponer prohibiciones y penalizaciones comerciales a la industria de la carne bovina bajo un  argumento en el que se asegura que la producción de carne bovina impulsa la deforestación, la pérdida de biodiversidad en los servicios ecosistémicos, la emisión de gases invernaderos y la degradación de los recursos naturales.

Un trabajo producido por la Universidad de Oxford, analiza las emisiones que tienen la carne vacuna, la carne ovina  y la carne porcina para producir 100 gramos de proteína. Se ve que para producir la carne bovina y carne ovina se necesitan muchos más gases de efecto invernadero que los que puede emitir la carne porcina.

“Si tomamos productos vegetales como soja, maíz, cereales o frutos secos, ahí el producto es mucho más eficiente. Para producir 100 gramos de proteína se necesitan muchos menos gases de efecto invernadero. Esto separa de lo que es productos animales de productos vegetales”.

Tenemos que explorar métodos alternativos para evaluar el impacto real ambiental de la ganadería.

Esto plantea una cantidad de problemas, obviamente y  “los grupos veganos se asientan en esta investigación para sostener sus puntos de vista y reforzar la idea de que deben reducirse  el consumo de carne bovina, de carne ovina o de otras especies rumiantes”.

En ese sentido aclaró que en todos los sistemas de producción: “Tenemos fuentes de emisión de carbono, tenemos sumideros de carbono de distintos tipo, son como las piezas de un rompecabezas y, según se combinen vamos generar un balance de carbono”

Para Viglizzo, el gran desafío es ver como esos sistemas que ganan más carbono del que emiten le pueden transferir una parte a la huella de carbono de distintos productos, ya sea la carne, los quesos, los fiambres, huevos, etc. Ese es el gran desafío que tenemos por delante, bajo esta concepción tenemos para la ganadería vacuna en particular tanto amenazas como oportunidades.

Dentro de las amenazas que tenemos que enfrentar en los próximos años, tenemos una creciente critica médica y ambiental  a los productos ganaderos, sobre todo de la ganadería vacuna.

A ello se suma un creciente activismo entre ambientalistas y veganos: “Hay una difusión de mensajes anti ganado que a veces confunde a la opinión pública, hay políticas anti ganaderas, barreras comerciales de parte de ciertos países. Hay sesgos metodológicos al evaluar la ganadería bovina, cuando yo hablaba del relato”.

El investigador recordó que hay una elevada huella de carbono atribuida a la ganadería bovina. Hay un desarrollo y promoción de sustitutos de la carne y de los lácteos que ponen en riesgo a la ganadería natural porque van a competir con ellos.

Aunque sugirió tener en cuenta que  también aparecen oportunidades, por un lado hay que reconocer que la ganadería argentina tiene un ínfimo peso en las emisiones de carbono. “Tenemos que explorar métodos alternativos para evaluar el impacto real ambiental de la ganadería”.

Además se debe revalorizar el rol de los rumiantes en el aprovechamiento de la fibra alimentaria, que lo tenemos muy ignorado. “Tenemos que reanalizar el rol de la ganadería en el reciclado del carbono atmosférico, ya que es un potente reciclador de carbono y no agrega más carbono. Además de reconsiderar la menor persistencia del metano en la atmósfera, a favor de la ganadería pos supuesto y explorar como transferir créditos de carbono de un predio a la huella de carbono de los distintos productos que salen de ese predio” (Noticias AgroPecuarias).

 

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