Nuevo paradigma: ¿por qué la madera lidera la transición hacia una industria más sustentable?
En apenas una década, el concepto de “edificio sustentable” pasó de ser una aspiración de nicho a convertirse en un estándar técnico y ético.
(NAP) Este lunes, como 17 de noviembre, el Día Mundial de la Construcción invita a reflexionar sobre el presente y el futuro de una de las actividades más determinantes para el desarrollo humano. Hoy, sin embargo, esa reflexión adquiere una urgencia inédita: El sector de la construcción es responsable de casi el 40% de las emisiones globales de carbono, y la forma en que construimos nuestras viviendas, escuelas, hospitales y ciudades determinará en gran medida el éxito o el fracaso de la lucha contra el cambio climático.
En ese contexto, la madera dejó de ser una alternativa marginal para convertirse en el corazón de una transformación profunda. No se trata solo de un cambio técnico o estético, sino de un nuevo paradigma constructivo.
El reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Universidad de Yale, titulado “Materiales de construcción y el clima: construyendo un nuevo futuro”, advierte que cada cinco días se edifican en el mundo construcciones equivalentes al tamaño de París.
Este ritmo de urbanización, insostenible bajo los modelos tradicionales basados en cemento y acero, exige adoptar materiales de base biológica —como la madera— capaces de reducir las emisiones hasta un 40% para 2050.
Países de todos los continentes avanzan hacia políticas que promueven la eficiencia energética, la descarbonización de los materiales, la reutilización de edificaciones existentes y la incorporación de tecnologías modulares y prefabricadas.
En Argentina, este cambio también empieza a sentirse. La industria maderera, acompañada por FAIMA y sus 28 cámaras asociadas en todo el país, impulsa una agenda que combina sostenibilidad, innovación y competitividad.
El objetivo no es menor: posicionar a la madera como eje estratégico del desarrollo constructivo nacional, articulando la demanda de viviendas, el aprovechamiento responsable del recurso forestal y la creación de empleo de calidad en todo el territorio.
Transformación global del sector
La transformación que atraviesa hoy la construcción a nivel mundial no tiene precedentes. En apenas una década, el concepto de “edificio sustentable” pasó de ser una aspiración de nicho a convertirse en un estándar técnico y ético que redefine políticas públicas, normativas y cadenas de valor.
El cambio se acelera, además, impulsado por los compromisos asumidos en el Acuerdo de París y por informes internacionales que colocan al sector del entorno construido en el centro de la agenda climática global.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el sector de la edificación y la construcción representa hoy el 37% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero y consume más de un tercio de la energía total del planeta
Frente a este escenario, los organismos internacionales plantean un viraje urgente: abandonar el modelo lineal basado en materiales de alta intensidad energética —cemento, acero y aluminio— y avanzar hacia una economía circular que priorice el uso de materiales renovables, reciclables y de baja huella de carbono, encabezados por la madera.
El informe “Materiales de construcción y el clima: construyendo un nuevo futuro”, elaborado por el PNUMA junto con la Universidad de Yale, propone una estrategia de tres frentes —Evitar, Cambiar, Mejorar— para descarbonizar el sector.
- Evitar: reducir la necesidad de nuevas construcciones mediante la reutilización de edificios existentes y el diseño circular, lo que puede disminuir entre un 50 y 75% las emisiones.
- Cambiar: sustituir materiales convencionales por alternativas de base biológica como madera, bambú o biomasa, que podrían generar ahorros de hasta un 40% en emisiones acumuladas hacia 2050.
- Mejorar: optimizar los procesos productivos del acero, cemento y vidrio que no pueden ser reemplazados, mediante tecnologías de captura y eficiencia energética.
El resultado de esta transición ya es visible. En Europa, proyectos como el Mjøstårnet en Noruega (18 pisos) o el Sara Kulturhus en Suecia (20 pisos) demuestran que la madera puede competir en altura, resistencia y durabilidad con los materiales tradicionales, ofreciendo además beneficios térmicos, acústicos y estéticos superiores.
En Estados Unidos, Japón, Canadá y Australia, la construcción industrializada y modular en madera avanza a un ritmo sostenido, respaldada por políticas públicas, incentivos fiscales y normativas de construcción en altura.
La evolución argentina: un cambio cultural e industrial
En la última década, Argentina comenzó a recorrer un camino de transformación similar al que ya atraviesan los países más avanzados en materia de construcción sustentable. Aunque aún existen desafíos estructurales —como la actualización normativa, la capacitación técnica y la disponibilidad de financiamiento verde—, el cambio cultural es innegable.
“El mercado de la construcción con madera en Argentina se encuentra en un proceso de crecimiento sostenido, a pesar de las dificultades que se presentan en el camino”, explica Daniel Vier.
“Comparado con 10 o 20 años atrás, se observa un cambio significativo en la demanda y en la oferta: la madera pasó de ser un material decorativo o rural, a posicionarse como una opción moderna, eficiente y sustentable para obras de cualquier escala”.
Las razones son múltiples. Por un lado, la creciente conciencia ambiental y los compromisos internacionales asumidos por el país impulsan una revisión profunda de las prácticas constructivas.
Por otro, la necesidad de viviendas más eficientes, rápidas y accesibles promueve la adopción de sistemas constructivos como el Platform Frame y los paneles SIP (Structural Insulated Panels), que permiten una ejecución más limpia, predecible y con menos desperdicio.
En regiones como la Mesopotamia y la Patagonia, la cadena de valor de la madera genera miles de empleos directos e indirectos, dinamizando economías regionales y fortaleciendo la oferta de productos nacionales certificados.
Desde FAIMA, la visión es clara: la madera no solo es un material de construcción, sino una herramienta de desarrollo industrial y ambiental. Integrar la producción forestal sostenible con la construcción eficiente abre una oportunidad estratégica para el país. Permite reducir emisiones, sustituir importaciones, generar empleo de calidad y ampliar la oferta habitacional, en línea con las metas de descarbonización global.
Los desafíos que vienen: política, tecnología y capacitación
El camino hacia una construcción verdaderamente sustentable no depende solo de la elección de materiales. Requiere también de un ecosistema de políticas, innovación y conocimiento capaz de sostener ese cambio en el tiempo. En Argentina, ese proceso ya está en marcha, aunque aún enfrenta barreras que deben resolverse de manera integral y coordinada.
Uno de los principales desafíos es la actualización normativa. La madera como material estructural todavía enfrenta vacíos o limitaciones en los códigos de edificación de algunas jurisdicciones, lo que restringe su uso masivo.
Otro punto clave es la formación profesional. Arquitectos, ingenieros, constructores y técnicos necesitan herramientas actualizadas para diseñar, calcular y ejecutar obras en madera de forma segura y eficiente. Desde FAIMA, junto a sus cámaras asociadas, se impulsa un trabajo articulado con universidades, institutos técnicos y organismos públicos para fortalecer la capacitación y la transferencia de conocimiento a todos los niveles.
La innovación tecnológica también será determinante. La digitalización de los procesos, el diseño paramétrico, el uso de BIM (Building Information Modeling) y la industrialización de componentes en fábrica son tendencias que ya transforman la forma de construir.
Finalmente, el financiamiento verde y los incentivos fiscales jugarán un rol central. En el mundo, los países que más avanzaron en construcción sustentable lo hicieron combinando políticas públicas con marcos de estímulo al sector privado. La adopción de créditos verdes, la certificación de huella de carbono y los estándares ambientales en las compras públicas son herramientas que Argentina puede y debe potenciar.
La Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA) es la única entidad de 2º grado que representa a nivel nacional al sector industrial maderero a través de sus 28 Cámaras asociadas en las distintas provincias del país. (Noticias AgroPecuarias)










