Las recomendaciones para prácticas de riego de precisión y lograr arándanos más firmes

La producción de arándanos sigue creciendo en América Latina, impulsando el interés por tecnologías que mejoren su calidad y vida útil poscosecha.
(NAP) El arándano se convirtió en uno de los cultivos estrella de la horticultura moderna y en un motor clave de la agroexportación en países como Perú, Chile y Argentina.
Perú, por ejemplo, alcanzó en 2024 exportaciones por US$ 2,270 millones —más de 317,800 toneladas— consolidándose como el primer exportador mundial de esta fruta, según el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (MIDAGRI).
No obstante, el arándano también es uno de los cultivos más exigentes: sus raíces finas y superficiales, sus estrictos requerimientos de pH y su sensibilidad tanto a la sequía como al exceso de humedad demandan una gestión altamente precisa del agua, los nutrientes y el clima.
Frente a este escenario, Maoz Aviv, agrónomo de Rivulis, recomendó siete prácticas claves de riego de precisión para lograr un cultivo exitoso, sobre la base de una experiencia en explotaciones de Perú.
En ese sentido recomendó tratar a los arándanos cultivados en suelo como un sistema hidropónico: Al cultivarse en camas elevadas, casi el 100% del agua y los nutrientes provienen del riego, no de la lluvia. Esto exige un manejo tan controlado como en un sistema hidropónico.
El profesional sugirió aplicar aplicar pulsos cortos y frecuentes para proteger la zona radicular: La aplicación de riegos de menos de 15 minutos, varias veces al día, mantienen un balance adecuado de oxígeno y humedad, reduciendo riesgos de encharcamiento y enfermedades.
Además sugirió instalar dos líneas de goteo para asegurar uniformidad y mayor rendimiento: Dos laterales por cama permiten que el agua y los nutrientes lleguen de manera pareja, mejorando el crecimiento y evitando pérdidas por obstrucciones ocultas.
Sugirió, asimismo, gestione activamente el pH, que no solo lo corrija: Los arándanos requieren un pH entre 4.5 y 5.0. Un ligero desajuste puede limitar la absorción de nutrientes esenciales, por lo que se recomienda monitoreo constante y ajustes mediante fertirrigación.
El técnico recomendó, además, calibrar el riego según el clima y la etapa fenológica del cultivo: La demanda de agua varía: en verano puede alcanzar hasta 10 mm por día. Ajustar el riego según la etapa del cultivo y las condiciones climáticas optimiza calidad y vida de anaquel.
Aviv recomendó incorporar estrategias para construir resiliencia climática en el sistema: En distintas zonas del Perú, las heladas primaverales pueden afectar la floración y reducir la producción de los cultivos. Con los sistemas de protección contra heladas, como el microaspersor Flipper, es posible resguardar los campos y el rendimiento de la cosecha.
Además, el Agrónomo consideró integrar la fertirrigación con el riego de precisión: Aplicar nutrientes a través de las líneas de goteo, en dosis bajas y frecuentes, favorece la absorción, mejora la firmeza de la fruta y reduce pérdidas ambientales.
“Cada una de estas prácticas proviene de años de experiencia y resultados en campo. En un cultivo perenne que ‘recuerda’ el estrés del año anterior, la precisión es la diferencia entre alcanzar los objetivos de empaque o no lograrlo”, cerró Aviv. (Noticias AgroPecuarias)
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