Chips de madera: de descarte a materia prima

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Una empresa del norte de Entre Ríos comenzó a recolectar lo que descartan las madereras para hacer chips para otras actividades. Evita el desperdicio y la quema.

Cristian y Exequiel Tisocco

BUENOS AIRES (NAP). La firma Ecochip convirtió un problema en un recurso: la empresa, ubicada en Villa del Rosario, Entre Ríos, usa el descarte de la industria maderera para, entre otras cosas, hacer chips que se usan como materia prima para muebles modernos, en producciones agropecuarias, jardinería.

Además, evitó la quema cotidiana que se realizaba en un predio cercano, que contaminaba el aire y reducía la visibilidad en la ruta.

“Cada vez que iba a la chacra de los cítricos (propia) veía todo lo que se quemaba y se me ocurrió empezar a investigar cómo aprovechar esos desperdicios provenientes de los 16 aserraderos de la zona”.

Es la historia de cómo nació Ecochip (www.ecochipsrl.com). Exequiel Tisocco, socio gerente de la firma, contó que esa inquietud lo llevó a asesorarse y luego a hablar con el intendente. “Le dije que con esta idea se resolvía todo el problema de la contaminación del aire. Así fue que se abrió una licitación que gané por presentar la mejor propuesta y el municipio nos cedió 2 hectáreas -del predio de 10 donde se hacían las quemas de los descartes- y la energía eléctrica”.

La empresa invirtió en toda la infraestructura necesaria para producir los chips y toda la maquinaria que se requería para comenzar la producción. Trabajan con un contrato que se renueva cada 10 años y ya cuentan con el éxito de haber reducido la quema de madera en 95%.

Tisocco aseguró a NAP que el procesamiento de los chips no solo mejoró las condiciones ambientales en Villa del Rosario, “también mejoró las condiciones del pueblo aledaño de Chajarí”.

“Casi todos en la zona están comprando, es decir, casi todo el descarte de madera se procesa y se vende”, describió. Actualmente cuentan con más de 30 proveedores.

Funcionamiento

Así era el camino público vecinal hacia Villa del Rosario antes de Ecochips.

Ecochip recibe los “despuntes” (trozos de distintas maderas y de diferente largos, no mayor de 50 cm y de hasta 5 cm de espesor), más aserrín limpio; ambos se acopian y cargan en camiones. También trabajan con la madera “cachete” (de mayores dimensiones). Todos van a la máquina chipeadora.

“Todo lo compramos a empresas de la zona y hacemos la recolección con camiones, Cada uno tiene un cronograma para pasar por los aserraderos”, describe Cristian Tisocco, otro de los socios. “Esos descartes se traen a la planta donde se clasifican para luego ir a las máquinas cargadoras que alimentan la línea que lleva a la chipeadora”.

Lo interesante del negocio es que “todo era desperdicio y le complicaba la vida a la gente de Villa del Rosario (conocida como ‘el pueblo de las mandarinas’). Ahora sirve como combustible para salamandras y calderas automatizadas que se alimentan solas, ya que el chip permite el autoabastecimiento debido a su tamaño pequeño”.

“También se usa mucho en la industria alimenticia. Tenemos tres clientes, dos son fabrican jugos cítricos natural y una es un molino cerealero que producen aceites entre otros, aunque también hay fábricas que producen ladrillos compactados con chips y aserrín que son de alto poder calórico”, cuenta Exequiel.

Más usos

El aserrín se usa en los criaderos de pollos dado que les protegen las patas y es algo que se renueva con frecuencia. Otro sector de demanda de chips es la jardinería, donde se usa para cubrir suelos y que no se críe maleza, además que el árbol o la planta crecen mejor porque se conserva la humedad del suelo y no hay que regar tanto”.

En este sentido, Exequiel considera que los chips podrían ser una muy buena opción para la fruticultura en zonas áridas donde es esencial optimizar el uso del agua, a la vez que también al cubrir el suelo lo protege del viento y del sol.

“Tenemos idea de exportar porque queremos tener alternativas de ventas y de clientes, creemos que podemos hacerlo porque contamos con producción en cantidad y de calidad”, reflexiona. “Y mientras tanto es una forma de diversificar nuestros ingresos ya que con la citricultura siempre puede pasar algo, desde un granizo, heladas, hasta que se caiga el precio por sobreoferta de la fruta en el mercado”. (Noticias AgroPecuarias)

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