Los tips para sacarle provecho al forraje

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Desde la elección del híbrido, los tiempos del contratista y las pérdidas en el silo, todo contribuye a mejorar los rindes, explica Luis Bertoia, docente e investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ.

(NAP) La actividad forrajera es esencial en la producción ganadera, pero como el resto de la producción agroindustrial, requiere cada vez más  de investigación, innovación y tecnología de procesos para optimizar los resultados. Y en el fondo, eso es mejorar los rindes, eficientizar la producción e incrementar las ganancias.

Por eso la voz de los especialistas es requerida por los productores, los que “están en la trinchera” y tienen la agenda de problemas a solucionar, pero que necesitan trabajar casi con soluciones a medida, según los casos.

“Aunque parezca mentira, el principal problema que detectamos después de muchas recorridas, y es algo constante lamentablemente a lo largo del tiempo, es qué pasa (con los granos) desde que se abre el silo hasta que llega al animal. Ahí las pérdidas son terribles y no se tienen en cuenta”, asegura Luis Bertoia, docente e investigador en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (FCA-UNLZ).

Bertoia es Ingeniero Agrónomo, Master en Producción Vegetal y Doctor en Ciencias Agrarias, y durante una reciente entrevista con el programa Tranquera Abierta en Venado Tuerto, provincia de Santa Fe, detalló por dónde pasan hoy los desafíos en este campo y a qué prestarle atención.

Para el experto es clave poder medir las pérdidas para tomar conciencia del dinero que se está desperdiciando y poder corregirlo el proceso.

Pérdidas millonarias

“Detectamos pérdidas de más del 50% de lo cosechado y embolsado o incluso dentro del silo, entre el pisoteo del animal, las bolsas abiertas o los silos abiertos”, explicó el ingeniero agrónomo. Lo más interesante es que muchos de estas pérdidas pueden corregirse “sin ningún tipo de inversión, o si querés, inversión de neuronas, más que nada”.

Y ejemplificó. “Hoy en día una hectárea picada de maíz, completo, desde la semilla y el fertilizante hasta que está embolsado, está alrededor de los 1.000 dólares. Si ves que hay 50 hectáreas picadas y se pierde la mitad, es decir la hectárea te sale 2.000 dólares”.

Visto de otra manera, enfatiza Bertoia, haciendo las cosas más o menos bien, “con 25 hectáreas te alcanzarían y, además, queda la mitad del lote para sembrar otra cosa, con lo que podes llegar a pagar parte de los gastos que te generaron esas 25 hectáreas”.

La elección es todo

No es el único punto a tener en cuenta. Para el experto “siempre se pueden hacer ajustes”. Mencionó la elección del híbrido, la fecha de siembra, la densidad, el uso de fertilizantes, y es clave el momento de picado.

Llegada esta situación también hay que contemplar a las personas y su disponibilidad para contribuir al éxito del proceso, porque productor y contratista entran en una suerte de “tira y afloje”, que requiere ser muy preciso.

“El productor tiene que conocer el híbrido, contratar un buen contratista, el contratista tiene que seguir el cultivo previo a la llegada de la máquina, tiene que tener gente que vaya viendo cómo va evolucionando ese cultivo”, remarcó Bertoia.

Y dio un dato esencial, que es casi como casi su as en la manga. “El secreto en el momento de picado implica trabajar con 30% de materia seca hasta 45%, los extremos por arriba y por abajo generan pérdidas importantes en el silo”, confió.

A diferencia de países como Francia o Estados Unidos, donde es más sencillo coordinar el momento de llegada de la máquina, en Argentina es toda una negociación porque se trabaja con “ventanas de picado”.

La diferencia fundamental es la presencia de Estado. Y es que en Europa, por caso, se trata de establecimientos muy chicos, de 5, 10, 15, 20 hectáreas, que, en su gran mayoría, están muy subsidiados, y además tienen todo el equipamiento a disposición, con posibilidades de invertir.

“A ellos no les interesa el momento de picado, lo deciden en el momento. En cambio, acá la cosa es mucho más organizada y más compleja, hay toda una cadena de relaciones” a evaluar. “El contratista tiene el problema que tiene que decidir a qué campo va primero”, recordó Bertoia.

Así, no es tanto la disponibilidad de máquina, ni la gente, sino decidir a qué campo va, a qué campo no va, si es cliente o no. Así, coordinar el momento ideal en cada campo es un problema crucial.

Y unido a este momento de llegada del contratista, está la elección del híbrido, si es granífero o forrajero. No es un dato menor porque hay híbridos que tienen gran calidad y rendimiento, pero se secan muy rápido. Y si el contratista se retrasa, “ya perdió toda esa calidad que había acumulado desde el punto de vista de mejoramiento”, remató Bertoia. (Noticias AgroPecuarias)

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