La mostaza: un cultivo de cobertura para región pampeana y un biofungicida en hortalizas

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El Inta Chacabuco dio recomendaciones para la implantación. El Inta Famaillá estudia usar el cultivo para biofumigar el suelo y controlar patógenos.

(NAP) En dos publicaciones recientes, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria difundió dos trabajos que tienen a la mostaza como referente, por un lado paa incorporarlo como un cultvo alternativo en la región pampenada y por otro para darle un posible uso para el control de patógenos y enfermedades

El primer caso tiene que ver con la mostaza blanca de la variedad Delfina Inta, única variedad nacional inscripta en el Instituto Nacional de Semillas, es un cultivo que se adapta a las condiciones agroecológicas de la región pampeana y puede ser utilizado como cultivo de cobertura previo a la implantación de soja de segunda.

En un trabajo publicado por el Inta Pergamino, la Agencia de Extensión Rural Chacabuco en articulación con especialistas de Inta San Pedro describen la experiencia de manejo con el objetivo de divulgar su uso en la región, realizado en el predio La Colmena, perteneciente a la Escuela Secundaria Agraria de Chacabuco.

La mostaza, además de cumplir el servicio de cobertura para el control de malezas, mejoramiento de la estructura del suelo e infiltración de agua y control de patógenos en el suelo, de sus semillas se obtienen derivados con fines de comercialización, ya sea a partir de sus granos molidos, salsa, aceito o conserva.

El informe incluye criterios de manejo, como el de la fecha de siembra desde mediados de mayo y su cosecha a mediados de noviembre. El cultivo tiene mejor adaptación a suelos calcáreos, de consistencia media, franco o arenoso que permita retener humedad. Se recomienda implantar 200 plantas por metro cuadrado, presenta baja incidencia de plagas y enfermedades y, sembrado en la densidad adecuada, es un competidor contra las malezas.

Biocontrol

Por otra parte en el Inta Famaillá estudian la variedad Sinapis Alba también como cultivo de servicio y además evalúan su efecto en el suelo como biofumigante para el control de patógenos en hortalizas.

Este ensayo se basa en el uso de una variedad de mostaza para la realización de la biosolarización para evaluar el control de nematodos en rotación con el cultivo de frutilla y el control de malezas. Esta técnica se fundamenta en el efecto que ejerce este cultivo en el momento en que se descompone: la generación de gases que son tóxicos para los fitopatógenos que están en la tierra.

“Ya se analizó en cultivo de tomates donde bajó la población de nematodos y de hongos, que suponemos son fitófagos”, aseguró Ana María de los Ángeles Quinteros, del Inta Famaillá, por lo que está demostrado que el cultivo de mostaza actúa directamente sobre los gusanos que afectan el suelo. Además, la especialista confirmó que “próximamente vamos a mandar las muestras para ver los resultados restantes”.

Por su parte, Ana María Borquez sostuvo que “la idea es probar su efecto sobre otros agentes como hongos y malezas” y sumó que “en este momento el cultivo está en floración para luego ser incorporado al suelo junto con un riego extenso para que se produzca la fermentación”. Este proceso implica cubrir el cultivo con un plástico transparente, cuya maniobra da como resultado una biosolarización. Asimismo, Quinteros aseguró que esta técnica opera como biofumigante, debido a que sirve también para “bajar el uso de agroquímicos, herbicidas y nematicidas, y mejorar la materia orgánica y de nitrógeno disponible en la tierra. Algo que ya lo logramos en otras localidades”.

La biosolarización se fundamenta en la incorporación de esta materia orgánica (la mostaza Sinapis Alba) y el efecto de la temperatura generada por el sol. “Esta combinación va a provocar un efecto beneficioso para generar menos infección de la superficie”, aseveró Borquez. Por lo tanto, este proceso es amigable con el medio ambiente y es de fácil aplicación “porque la mostaza fue sembrada en el invierno y se puede destinar el suelo a la rotación en la época cálida. Y, de este modo, generar el armado de los bordos para la próxima campaña para el cultivo de frutilla”, concluyó Borquez.

El comportamiento de la mostaza como “curadora” de los suelos “ya se analizó en cultivo de tomates, donde bajó la población de nematodos y de hongos, que suponemos son fitófagos”, contó Quinteros.

Por su parte,  Borquez sostuvo que “la idea es probar su efecto sobre otros agentes como hongos y malezas” y sumó que “en este momento el cultivo está en floración para luego ser incorporado al suelo junto con un riego extenso para que se produzca la fermentación”.

Este proceso implica cubrir el cultivo con un plástico transparente, cuya maniobra da como resultado una biosolarización. Asimismo, Quinteros aseguró que esta técnica opera como biofumigante, debido a que sirve también para “bajar el uso de agroquímicos, herbicidas y nematicidas, y mejorar la materia orgánica y de nitrógeno disponible en la tierra. Algo que ya lo logramos en otras localidades”.

 

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