La racha de lluvias se cortaría en febrero y marzo (y habrá zonas con ‘riesgo de fuertes calores’)

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Las precipitaciones volverán con fuerza en el otoño con altas probabilidades de inundaciones. ‘Se trata de una temporada de grandes contrastes regionales’, anticipó la BCBA.

(NAP) “Es probable que los aportes de lluvias continúen reponiendo las reservas de humedad de los suelos, al mismo tiempo que las temperaturas se mantendrán moderadas con bajo riesgo de calores intensos, mejorando las proyecciones productivas, aunque el sudoeste de la Región Pampeana podría recibir valores algo escasos”, dijo el Informe Estacional de Perspectivas Agroclimáticas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires publicado esta semana.

La proyección advierte que en el largo plazo “se presentará el riesgo de que, una vez consumido el exceso de energía que estaba acumulado en la atmósfera, los mecanismos de precipitaciones vuelvan a deprimirse, al mismo tiempo que se incrementará el riesgo de fuertes calores sobre las zonas que reciban aportes pluviométricos insuficientes”. Esto sería “durante febrero y marzo de 2024”.

Para el mismo período habría “aportes excesivos” de lluvias sobre áreas como el centro del NOA, pero “faltantes sobre otras”, afectando a partes del Paraguay, el este del NOA, gran parte de la Región del Chaco, el este de Cuyo y gran parte del Sudoeste de la Región Pampeana.

Las temperaturas se mantendrán moderadas sobre las áreas donde los suelos se mantengan húmedos, pero se observarán fuertes calores donde las reservas disminuyan, dijo el informe de la BCBA elaborado por el ingeniero agrónomo especializado en agrometeorología, Eduardo Sierra.

“La llegada del otoño provocará, como es usual en los episodios de El Niño, un incremento de las lluvias que aliviará, al menos parcialmente, el estado de las zonas que fueron afectadas durante el verano”, pero al mismo tiempo podría causar tormentas de gran intensidad sobre la Cuenca Alta y Media del Paraná y el Uruguay, causando una crecida de grandes proporciones, con inundaciones ribereñas y anegamiento de campos bajos.

Hacia el final de la estación, comenzará a notarse el aumento de la influencia de los vientos polares, teniendo lugar marcados descensos térmicos, aunque es probable que el riesgo de heladas tarde más en concretarse que en las temporadas anteriores.

En las concluiones, Sierra indicó que “se trata de una temporada donde se notarán grandes contrastes  regionales, con marcadas anomalías de signos contrarios, que harán necesarios una gran dosis de previsión, un cuidadoso y un uso inteligente de la tecnología, para superar los desafíos que se presentan, aunque algunas zonas no lograrán una recuperación completa”. (Noticias AgroPecuarias)

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