Una iniciativa para unir a los chicos del campo y de ciudad a través de las viejas y queridas cartas

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Se realiza en Uruguay y apunta a ‘achicar la brecha’. Se llama De Puño y Letra y recientemente juntó a 600 chicos en el Centenario para conocerse y ver Uruguay-Bolivia.

(NAP) Gracias a la colaboración de los uruguayos, 600 niños del proyecto De Puño y Letra tuvieron un día memorable cuando el martes 14 de noviembre visitaron Montevideo -muchos por primera vez-, asistieron al Estadio Centenario y pudieron gritar los tres goles que hicieron triunfar a la celeste cuando se enfrentó a la selección boliviana,.

De Puño y Letra es un proyecto que busca conectar niños rurales y urbanos a través del envío cartas personales manuscritas para generar vínculos y aumentar la autoconfianza de los niños.

Se trata de una iniciativa complementaria que se está llevando a cabo en escuelas rurales desde este año para acercar comunidades e impartir conciencia agropecuaria.

La experiencia ha involucrado a las familias y ha recibido apoyo de una ONG llamada Edúcate, que trabaja en educación rural.

De Puño y Letra es una idea de Carlos Guinovart, Gabriela Zabaleta e Inés De Lisa, maestra directora de la escuela N° 30. El Correo Uruguayo aporta la gratuidad del envío de las cartas y, al momento, ha alcanzado a unos 800 niños en 16 departamentos.

Este es un proyecto complementario a la educación e independiente de la Administración Nacional de Educación Pública.

“Este sistema es muy liviano, en el sentido que las maestras no tienen que pedir permiso ni comunicar nada”, contó el ingeniero agrónomo Carlos Guinovart a Rurales El País.

La idea surgió simultáneamente en las cabezas de Gabriela Zabaleta y Carlos Guinovart. Ella había empezado a trabajar con un taller de cocina con niños. En él, la sequía fue el disparador. La falta de conciencia social urbana con el tema del déficit hídrico sembró la idea de generar una conexión entre el campo y la ciudad.

“Por el tema de achicar la brecha. La seca fue un poco el disparador con las dificultades para comunicar los problemas del campo. Me surgió este razonamiento y empezar por tratar de achicar o acortar la brecha, generando vínculos entre los niños”, expresó Carlos Guinovart.

Fue así como llegó la propuesta de escribir cartas personales que generen confianza y tengan un referente del otro lado.

El proyecto tiene varias capas y esa es una. Otra, es aumentar la autoconfianza y la autoestima de los niños rurales.

Otra, es que la escritura sea manuscrita porque está demostrado que trabajan otros circuitos mentales que permiten generar cosas más profundas, menos esquemáticas y más relacionadas a los sentimientos, además de practicar la motricidad fina.

Es también recuperar valores que se perdieron con el avance de la tecnología y que dejaron muy atrás las cartas, el correo, la espera y la paciencia.

Y la carta en sí es también una gran capa del proyecto, dado que aporta mucho a la comunicación de los niños.

El proyecto se inició con un intercambio de cartas entre la escuela número 30, de Laureles de Salto; el taller de culinario de Gabriela Zabaleta, Gourmets en Acción, de El Pinar. A partir de esa experiencia, surgió la posibilidad de extenderlo a otras escuelas, y es así que al día de hoy son 800 niños en 16 departamentos, que se han experimentado escribiendo. En algunos casos ya han enviado y recibido entre cinco y seis cartas, entre escuelas rurales y escuelas urbanas.

Escuelas rurales en el museo de Artes Visuales

Desde el comienzo, el gran sueño del proyecto fue que los niños pudieran conocerse personalmente y afianzar esa amistad que se instauró por medio de las cartas. Y dentro de ese sueño estaba que se pudieran conocer en la playa y el estadio Centenario, en un partido de la selección uruguaya.

“El estadio es un lugar simbólico, un lugar que une a todos los uruguayos, no importa de dónde sean, sin ningún tipo de sesgo ni condición. Nos pusimos en contacto con la AUF, con la ayuda inestimable de Lopecito”, contó Guinovart.

Tres horas después de hacer el contacto, la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) había conseguido 700 entradas para ver el partido Uruguay-Bolivia, el pasado martes 21.

Fueron 600 niños de todas las escuelas que encontraron una cita perfecta, con un broche de oro, y un día que valió la pena haberlo vivido.

Itinerario. Sobre las ocho y media de la mañana los niños estuvieron congregados en Playa Ramírez, donde gracias al aporte de dos recreacionistas profesionales hicieron un juego de integración.

Era la primera vez en la capital para muchos de esos niños y su primer encuentro con el mar para muchos otros.

Allí se estuvieron haciendo juegos hasta las 10 de la mañana aproximadamente.

Cuando el sol empezaba a picar, se trasladaron al Museo Nacionales de Artes Visuales del Parque Rodó y su director, Enrique Aguerre, tomó el desafío de hacer visitas guiadas al museo. Fueron grupos de 30 niños y se armaron tres equipos. Fue así como todos pudieron conocer las instalaciones, turnándose entre los recorridos y los almuerzos en el jardín del museo.

A lo largo del día otras escuelas se fueron integrando a la jornada y, así, en distintas instancias se fueron conociendo.

Por la tarde tuvieron la agenda libre y cada escuela hizo sus propias actividades.

Se volvieron a reunir a las 6 de la tarde en el Monumento de la Carreta para entrar todos juntos al estadio. Ahí también se dieron otra serie de encuentros de niños que fueron a ver solamente al partido.

Carlos Guinovart es uno de los criadores de Angus más destacados de Uruguay.

“Fue muy emocionante el partido porque para muchos fue la primera vez en el estadio. Y los niños pudieron festejar tres goles y una victoria. Para los más chicos, que era su primer partido, les quedaba más cómodo mirar la pantalla que el vivo. Miraban la cancha y se perdían, así que lo siguieron por la pantalla”, contó Guinovart.

Hizo referencia a que fue un día cargado de mucha emoción, mucha adrenalina y mucha ansiedad. Pero todo salió muy bien. “Más que bien, excelente”, aseguró orgulloso y emocionado.

Proyecciones. Desde sus inicios, se propuso mantener el proyecto durante cinco años desde el entendido que es el tiempo suficiente para la maduración del mismo y para que pueda caminar solo. Para que, de alguna manera, se institucionalice como un canal permanente.

“En principio es eso, no tenemos muchos más objetivos. Realmente la vara quedó muy alta y pudimos ver que la evaluación de las maestras es excelente y los niños también lo valoran mucho. Están muy enganchados. Hay algo que es mágico del proyecto, porque es un proyecto que provoca mucha empatía. Se vio con las entradas de la AUF, la generosidad del Correo Uruguayo, la colaboración también del movimiento CREA con un aporte económico muy importante en la financiación de los vehículos. Ha sido todo muy positivo, muy gratificante”, expresó Guinovart.

Por estas razones, el proyecto se mantendrá en Uruguay y se está pensando en realizar un esfuerzo para expandirlo y llevarlo para Argentina”, cerró. (Noticias AgroPecuarias)

Por Manuela García Pintos, publicada en el diario El País.

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