Carlos Casares no tiene playas; tiene whisky

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Un emprendedor de la ciudad del ‘toro’ Mouras produce el destilado con malta de cebada local que debe añejar 5 años.’En whisky, el tiempo es todo’, dice su creador Ricardo Satulovsky.

BUENOS AIRES (NAP, por Douglas Mac Donald*). Carlos Casares es un partido ubicado al noroeste de la provincia de Buenos Aires al cual se llega -desde Buenos Aires-  por la Ruta 5. La ciudad cuenta con alrededor de 22.000 habitantes, y se la conoce como la Capital Nacional del Girasol -un cultivo que se extendió en la región gracias a la familia Grobocopatel y que ya casi no se siembra-. Pero es más famosa por ser la cuna de Roberto Mouras, uno de los corredores de autos más populares de Argentina -y más para los fans de Chevrolet-, quien ganó más de 50 carreras de Turismo Carretera y fue 3 veces campeón.

En los últimos meses Casares fue noticia porque la diputada Victoria Tolosa Paz la confundió con una de las ciudades del Partido de la Costa y habló de sus ‘playas’ (el partido está en plena Pampa Húmeda, a 560 km del mar).

Pero mejor aún, fue noticia también por el whisky que allí produce Ricardo Satulovsky, un médico cirujano nacido en La Plata que hace unos años decidió mudarse y radicó a su familia en Casares.

Destilado

Antes de comenzar con el whisky, Ricardo se había lanzado en 2008 a la cervecería artesanal. Con la minuciosidad que adquirió en su profesión de médico le agregó el malteo de cebada y comenzó a destilar whisky hace 8 años.

El whisky que elabora es un single malt, es decir que se produce con una sola destilería. Se destila a partir de la fermentación de un cereal malteado, principalmente de la cebada.

“Lo más remarcable es que todos los ingredientes son nacionales, tiene genuina identidad: la malta se elabora con cebada del partido de Carlos Casares, y los barriles de roble americano son manufacturados desde Mendoza”, destaca Satulovsky.

La producción de Ricardo es muy limitada, y el proceso de elaboración es largo y complejo. El primer paso es moler la malta y mezclarla con agua templada para obtener el mosto, éste proceso se denomina macerado.

Luego se fermenta con levaduras que producen el alcohol, y se suman sabores y aromas. El paso siguiente es la destilación en un alambique de cobre a través de un proceso de evaporación por calentamiento y posterior condensación.

Posteriormente, se realiza un spirit run, es decir, un segundo destilado del cual se utiliza el alcohol y se añeja en barriles de roble americano quemados por dentro un tiempo mínimo de 3 años. “Nosotros lo dejamos añejar por 5 años. En el whisky los insumos buenos importan, pero el conocimiento y el tiempo lo son todo”, resalta Ricardo.

La decisión inicial de Ricardo fue arrancar a producir en pequeña escala e ir creciendo progresivamente en producción, con la idea de evolucionar y generar maestría continuamente. Actualmente, se producen 3.500 kg de malta por mes, de los que sólo se procesa a whisky unos 576 kg/mes (es decir el 16.5%), y el resto se vende a cervecerías artesanales.

El whisky Casares es de carácter maltoso con leves notas herbales y la clara presencia de la madera de roble. Hay 2 expresiones según el añejamiento principal: clásico de barrica de roble americano quemado por dentro; y de barrica de roble que maduró en Malbec. La versión clásica tiene una fuerte presencia de notas de madera y vainilla, mientras que el madurado en Malbec tiene notas a frutos secos y uvas, que asimila al brandy característico del whisky.

El whisky Casares tiene puntos de venta muy restringidos en Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata y Rosario. Y recuerden que Carlos Casares no es una ciudad balnearia, así que preparen los vasos whiskeros y encaren la Ruta Nacional 5! (Noticias AgroPecuarias)

*Del blog La Argentina que crece

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