La Ruta del Vino Tucumano ofrece un maridaje entre los aromas, colores, paisajes e historia

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El visitante que descubre estos vinos, debe saber que en los Valles Calchaquíes existen viñedos desde fines del siglo XVI y, desde el XIX, se elabora la bebida nacional. Una historia vitivinícola de muchos años.

TUCUMAN (NAP) Catorce son las bodegas que durante unos 100 kilómetros en el Valle Calchaquí tucumano brindan un maridaje especial entre la historia ancestral, la cultura de la Pachamama, un escenario natural incomparable y la vanguardia en la elaboración de vinos

El turismo enológico tiene su anclaje en la provincia de Tucumán donde, desde Tafí del Valle hasta el Corredor de la Ruta 40 en los Valles Calchaquíes se celebra la historia y la cultura del trabajo en terruños que revelan la Ruta del Vino Tucumano, y brinda los colores, aromas y paisajes en comunión con la experiencia y la sabiduría de la gente.

El recorrido que integra la Ruta del Vino trepa desde los 1750 msnm hasta los 3000, y ofrece suelo franco arenoso a pedregoso, permeable, suelto, limpio y profundo, con una amplitud térmica que imprime la concentración de aromas, azúcares y colores; vientos que aseguran la sanidad de las uvas y una diversidad de cepas que sintetizan el mundo del vino.

Los Vinos de Los Amaichas, es única en el país y la tercera bodega del mundo dirigida por una comunidad de un pueblo originario.

Entre las barricas, el Malbec y el Torrontés, están presentes en esta área vitivinícola de los valles donde aseguran que la exposición al sol es uno de los principales condimentos con 350 días soleados.

La diversidad se siente a cada paso. Artesanales, boutique e industriales, la variedad de emprendimientos vitivinícolas en esta propuesta, muestra también la historia de los pueblos originarios, lo ancestral, lo español y jesuita.

El visitante que descubre estos vinos, debe saber que en los Valles Calchaquíes existen viñedos desde fines del siglo XVI y, desde el XIX, se elabora la bebida nacional. Una historia vitivinícola de muchos años.

Vanguardia y tendencia

La bodega Luna de Cuarzo, creada por la primera mujer tucumana que desarrolló su emprendimiento vitivinícola; Los Vinos de Los Amaichas, es única en el país y la tercera bodega del mundo en ser administrada y dirigida por una comunidad de un pueblo originario, junto a la historia de una familia italiana que se enamoró de este terruño y emprendió con su Finca Albarossa una propuesta de hospedaje boutique para disfrutar de los viñedos, son parte del encanto de este recorrido.

Para Silvia Gramajo hablar de su finca, de su bodega Luna de Cuarzo (RN 40, km 4305, Colalao del Valle), es hablar de su pasión en la vida. Nacida en San Miguel de Tucumán, un día decidió cambiar todo y hacia 2011 se instaló en estos suelos cubiertos de cuarzo, donde y dado que “la luna, cuando sale, es blanca como el cuarzo. Por eso elegimos este nombre para la bodega Luna de Cuarzo”, cuenta.

La familia de Giacomo Spaini cuando llegaron a este recorrido y se enamoraron de este terruño

Los expertos definen a los suelos calchaquíes como sanos, buenos, con mucho sol y buen clima, razón por la cual “los vinos son perfumados, intensos, aromáticos que casi no necesitan barrica”, explica Silvia Gramajo y se refiere al paso por barrica de roble que se acostumbra para darle intensidad a los vinos de calidad y reflexiona: “Por algo los pueblos originarios florecieron en este valle”, dice.

“En Luna de Cuarzo hacemos todo nosotros. Son dos hectáreas y media de viñas, muy cuidadas, con técnicas orgánicas, algo biodinámico, con cosecha en luna llena y algunas plantas aromáticas como el burrito, el paico, lavandas, romero y jarilla que brindan sus aromas persistentes “, cuenta la dueña de la bodega.

De Italia a los valles

Quizás fue todo lo que percibió en el 2010 la familia de Giacomo Spaini cuando llegaron a este recorrido y se enamoraron de este terruño. Diseñaron su proyecto vitivinícola en unas 13 hectáreas con cepas Malbec y Cabernet Franc, luego con un torrontés ligero.

Hoy llegan a unas 120 hectáreas al pie del cerro de La Mina (4762 msnm) donde se construyó la Finca Albarossa con su hotel boutique, una piscina y donde, “pusimos olivos alrededor del hotel porque está relacionado con este cultivo en Italia”, dice el dueño que desde el establecimiento, en el kilómetro 4282 de la RN 40, cerca de Colalao del Valle, de Amaicha del Valle y de la Ciudad Sagrada de Los Quilmes, producen sus vinos y las botellas se lucen con las etiquetas creadas por el artista tucumano Enrique Salvatierra.

Además de los vinos, las fincas y los viñedos, en este recorrido se conocen los artesanos ceramistas, los textiles, las travesías en 4×4, cabalgatas, senderismo y podemos decir que las propuestas llegan literalmente hasta el cielo, porque a tan sólo 24 Km. de la Ruta Nacional 40 sobre la RP 307, está Ampimpa con su Observatorio, uno de los mejores para conocer los astros.

Experiencia ancestral

Sobre la importancia del terruño en los Valles Calchaquíes, es en la bodega Comunitaria Los Amaicha (Ruta Provincial 307 km 115, Amaicha del Valle), donde se expresa la riqueza ancestral de este suelo.

Gabriela Balderrama quien junto con Micaela Lera recibe a los visitantes, cuenta que este emprendimiento es único en la Argentina y el tercero en el mundo por ser una bodega administrada y dirigida por una comunidad de un pueblo originario, en este caso de Amaicha del Valle, que se rige con una organización integrada por un consejo de ancianos y un cacique hoy, Miguel Flores.

Son 40 productores de uva de distintos pueblos de los valles como Amaicha del Valle, Los Zazos, Ampimpa, Encalilla, El Paso, Colalao del Valle, hasta Ciudad Sagrada de Los Quilmes quienes participan en esta bodega donde se procesan entre 16 mil y 18 mil kilos por vendimia para elaborar “un vino muy natural”, dice Balderrama y aclara que es casi orgánico. En cuanto al riego, hay entusiasmo para el verano porque hubo “mucha helada este invierno y esperamos que el deshielo traiga agua”, comenta.

“La gente que visita la bodega se emociona mucho con el trabajo de la comunidad Amaicha, y con la celebración de la Pachamama que se realiza en agosto “es muy importante y en momentos como estos tiempos difíciles, es una gran paz interior que uno vuelve a sentir”, reflexiona (Noticias AgroPecuarias)

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