Más del 70 % de la cebolla argentina se produce con tecnología del INTA

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Hay cebollas de verdeo, cebollas de catáfilas amarilla o bronceada –las preferidas por el consumidor argentino–, blanca –aptas para deshidratado– y colorada.

BUENOS AIRES (NAP) El dato se refiere al amplio porcentaje de variedades de esta hortaliza que, obtenidas por diferentes programas de mejoramiento genético del instituto, se utilizan en lotes de escala comercial. Será uno de los temas del 21.° Seminario de Cebolla del Mercosur (ver a parte), que llega por primera vez al país y se realizará los días 15, 16 y 17 de marzo en Hilario Ascasubi.

En ensaladas, sopas, estofados, a la parrilla, el sabor de las cebollas es siempre bien considerado en las recetas de cocina. Es la segunda hortaliza más producida a escala mundial, la más exportada de la Argentina –junto con el ajo– y motiva un gran campo de estudio, que recibe los aportes de los especialistas del INTA.

Más del 70 % de las variedades elegidas para la producción comercial proviene de programas de mejoramiento genético desarrollados por el INTA, sumado al conocimiento aplicado a tecnología de producción de semillas, siembra de bulbos, riego, cosecha, manejo sanitario, poscosecha y caracterización de germoplasma.

Claudio Galmarini, coordinador del Programa Nacional de Hortalizas, Flores y Aromáticas, destacó que “la continuidad del trabajo de mejoramiento genético de cebolla por más de cinco décadas ha permitido la obtención de cultivares que son utilizados por productores de todo el país, así como la formación de un grupo de trabajo interinstitucional y la concreción de convenios con instituciones y empresas del país y del extranjero”.

En este sentido, el investigador del INTA La Consulta –Mendoza– aseguró que el desarrollo de nueva genética apunta a “ampliar la oferta de variedades con buen desempeño productivo que contribuyan a aumentar las exportaciones y a diversificar la oferta dirigida al mercado interno”. Las variedades obtenidas por el INTA son de polinización abierta, condición que les permite a los productores extraer sus semillas y multiplicarlas a lo largo de las campañas.

La Argentina se destaca entre los exportadores de cebolla fresca y deshidratada de América Latina, en un mapa que tiene a Brasil como principal destino y, en menor medida, al Mercado Común Europeo. “Según los años, entre el 60 y 70 % de la producción nacional se vuelca al mercado interno, mientras que el resto se destina a exportación”, indicó Galmarini.

En el caso de la cebolla deshidratada, alrededor del 90 % de los materiales que emplea la industria provienen de programas de mejora del instituto. “En general, las variedades obtenidas se desarrollaron mediante un convenio de vinculación tecnológica con la empresa Unilever”, puntualizó el especialista.

Luz para crecer

Hay cebollas de verdeo, cebollas de catáfilas amarilla o bronceada –las preferidas por el consumidor argentino–, blanca –aptas para deshidratado– y colorada.

Más allá del tipo, un factor fundamental para el crecimiento de esta hortaliza es el largo del día: todas las cebollas bulbifican cuando los días se alargan, pero no todas las variedades (genéticas) se adaptan a las regiones de cultivo. “Cada variedad tiene un umbral de luz determinado a partir del cual se desencadena el proceso de bulbificación”, explicó el investigador.

En esta línea, afirmó que existen variedades de días cortos, intermedios y largos. Las variedades de día corto tienen un umbral de entre 12 y 13 horas de luz para bulbificar, mientras que en las de día largo ese umbral debe ser mayor a las 14 horas. Superada esa marca, la planta detiene la producción de hojas y los fotoasimilados migran al bulbo como órgano de reserva y, al poco tiempo, están listos para ser cosechados.

En el tipo días largos, se destacan los cultivares Valcatorce INTA –muy difundida en el país, Chile y Uruguay– y Cobriza INTA, que produce bulbos de gran calidad. Ambos representan una importante porción de las exportaciones argentinas de cebolla. Por su parte, Angaco INTA hace punta entre las cebollas de días cortos y Navideña INTA, en el grupo de las de días intermedios.

También se obtuvieron materiales aptos para la industria del deshidratado como Refinta 20 y Alfredo INTA y las variedades Paula INTA y Victoria INTA, desarrolladas por el INTA San Pedro –Buenos Aires– para el consumo como cebolla de verdeo.

El sur de Buenos Aires representa el área de mayor importancia para la producción comercial de bulbos de cebolla, principalmente los partidos de Villarino y Patagones. Otras regiones de importancia nacional son el Valle Medio e Inferior del Río Negro, las provincias de San Juan, Mendoza y Santiago del Estero.

La mayoría de los cultivares de días intermedios y largos fueron obtenidos en el INTA La Consulta, mientras que los trabajos en cebollas de días cortos se realizaron en las unidades del INTA San Juan y probados en Santiago del Estero. Estas últimas cebollas son conocidas como valencianitas y representan el 70 % de la oferta sanjuanina.

Para Galmarini, el caso de la cebolla “es uno de los más exitosos dentro de los programas de mejoramiento genético de hortalizas del INTA”. “Es una satisfacción muy grande saber que los productores emplean nuestros cultivares y eso da sentido al trabajo que venimos desarrollando desde hace años”, expresó el investigador.

Las variedades llegan a los productores a través de acuerdos de licenciamiento ejecutados por las cooperadoras del instituto o mediante empresas dedicadas a la producción de semillas.

Además de los aportes en mejoramiento genético, el instituto proveyó tecnología para la producción de semilla de cebolla que se concentra en las provincias de San Juan y Mendoza, por la aptitud agroecológica de la zona. Se estima que la Argentina requiere entre 150 y 200 toneladas de semillas de cebolla por año.

De igual modo, el INTA contribuyó a mejorar el manejo del cultivo, en aspectos de implantación, adaptación de maquinaria de siembra y gestión del riego. “Toda la cebolla argentina se realiza bajo riego y, si bien su cultivo puede realizarse por transplante, el 90 % de los lotes de la principal zona productora se hacen por siembra directa”, comentó el técnico.

El instituto también trabajó en la definición de fechas de siembra, esquemas de asociación y rotación para disminuir la incidencia de enfermedades, adaptación de cosechadoras mecánicas, tratamiento de los bulbos luego de la cosecha. También hizo aportes para favorecer la organización de los productores(Noticias AgroPecuarias)
EB.

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