¿Cuánta agua hay disponible en el suelo para la siembra del trigo?

Conocer el contenido de agua útil en el perfil a la siembra es fundamental para proyectar el rendimiento del trigo.
(NAP, por Diego Rotill*) El rendimiento del cultivo de trigo depende de múltiples factores: el clima durante su ciclo (radiación, temperatura, lluvias), la genética utilizada, la fecha de siembra, la nutrición y el manejo de adversidades. Sin embargo, un aspecto a menudo subestimado, pero crucial para las decisiones agronómicas, es el agua útil en el suelo al momento de la siembra.
Pensar el cultivo como un sistema con balance hídrico ayuda a dimensionar su importancia: para evitar pérdidas de rendimiento, la demanda de agua debe ser cubierta por una oferta suficiente. El trigo absorbe agua del suelo, que transpira para sostener su crecimiento. Esa demanda hídrica varía con el avance de su ciclo y el cambio estacional.
Un trigo sembrado en junio suele atravesar sus etapas iniciales (emergencia, macollaje) en los meses de invierno, cuando la demanda ronda 1,5 mm/día. Esta sube progresivamente durante septiembre (3 mm/día en encañazón), octubre (4 mm/día en espigazón y floración) y alcanza valores cercanos a 5 mm/día en el llenado de grano (Figura 1). Si la oferta no acompaña esa demanda, el rendimiento se ve afectado.
En el oeste pampeano, las lluvias invernales suelen ser escasas. Por ejemplo, en América (Buenos Aires), el promedio histórico entre junio y agosto apenas alcanza los 60 mm, con muchos años sin lluvias durante uno o más meses (Figura 2). Esta cantidad no cubre los 100 mm de demanda estimada para esa etapa. En septiembre llueven en promedio 50 mm, pero también es insuficiente frente a una demanda cercana a 90 mm. Esto hace indispensable que el cultivo cuente con reservas hídricas previas a la siembra.
El trigo puede explorar hasta 2 metros de profundidad, pero durante macollaje y encañazón la absorción se concentra en los primeros 120 cm. Estudios indican que en el oeste pampeano hay una relación directa entre el agua útil en esa profundidad y el rendimiento: en un suelo seco, el mínimo ronda los 1400 kg/ha, mientras que cada mm adicional puede sumar unos 22 kg/ha. Se estima que se necesitan al menos 120 mm de agua útil hasta 120 cm para tener chances razonables de alcanzar los 4000 kg/ha.
Además, conocer la oferta hídrica inicial permite ajustar correctamente la dosis de fertilizante nitrogenado. Sin restricciones hídricas, el potencial de rendimiento es mayor, y también lo es la necesidad de nitrógeno. Por eso, medir el agua en el suelo no solo ayuda a decidir si sembrar, sino también cómo manejar el cultivo.
A mediano y largo plazo, el uso eficiente del agua también se apoya en prácticas agronómicas adecuadas: rotaciones con cobertura en siembra directa, fechas y cultivares adaptados a la región, buena nutrición y sanidad. Todo ello ayuda a que la decisión de sembrar trigo, basada en el agua útil inicial, aumente las probabilidades de éxito técnico, económico y ambiental (Noticias AgroPecuarias)
*Diego Hernán Ritill Director América Agroinnova | Coordinador de Agricultura CREA Oeste Arenoso, Oeste y Grupo Riego Sudoeste | Profesor Adjunto FAUNLPam.