Fertilizar volvió a machacar con la necesidad de cerrar la brecha de rindes con un manejo balanceado de nutrientes

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Argentina exporta más de 3,5 mill/tn de nutrientes en granos por campaña y solo repone 40%, lo que genera una brecha de rendimientos que limita el potencial de la soja y el maíz en la campaña 2025/26.

(NAP)En el marco de la “Gira Fluvial” por las terminales portuarias del Río Paraná, Fertilizar Asociación Civil advirtió sobre la necesidad de repensar el manejo de la nutrición de cultivos en la campaña soja-maíz 2025/26. La entidad advirtió que la brecha de rendimiento sigue siendo uno de los principales problemas de la agricultura argentina y que gran parte de esa diferencia no se explica por el clima, sino por una nutrición insuficiente y una baja adopción tecnológica.

La jornada reunió a periodistas y referentes del sector agrícola, como el presidente de Acsoja, Rodolfo Rossi, para recorrer la operatoria portuaria y dimensionar el volumen de nutrientes que “viajan” en cada barco cargado de granos hacia el exterior. El foco estuvo en el fósforo, un elemento clave en la sustentabilidad del sistema productivo, y en la magnitud de la pérdida nutricional que implica la exportación sin una reposición adecuada en los suelos.

“Cada barco se lleva nutrientes del suelo”

En la apertura, María Fernanda González Sanjuan, gerente ejecutiva de Fertilizar, subrayó la importancia de los nutrientes y resaltó al fósforo como un elemento clave en la sustentabilidad del sistema productivo. “La exportación de granos sin una reposición adecuada implica una pérdida de fertilidad que compromete el futuro de la producción”, explicó.

Por su parte, el presidente de la entidad, Roberto Rotondaro, destacó la necesidad de articular la visión logística, portuaria y de fertilización dentro de una misma estrategia. “Cada embarque refleja no solo granos exportados, sino también nutrientes que el suelo pierde y que debemos reponer. Una gestión eficiente de la nutrición de cultivos y el uso de fertilizantes es vital para que la producción de alimentos mantenga su competitividad en el mercado internacional”, afirmó.

Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, el nodo portuario del Gran Rosario volvió a posicionarse en 2024 como el segundo más importante del mundo en exportación de alimentos, con 66 millones de toneladas embarcadas, solo detrás del Golfo de los Estados Unidos.

“Acercarnos al puerto es tomar real dimensión de los alimentos que producimos. Las decisiones que se toman al momento de la siembra, respecto del manejo nutricional, impactan directamente en la cantidad de barcos que podemos exportar y en la calidad de esos alimentos”, agregó González Sanjuan, quien advirtió que la baja adopción tecnológica en fertilización sigue siendo un factor que impide reducir la brecha de rendimiento.

Rossi, González Sanjuan, Di Mauro, Ciarlo y Rotondaro

El balance de nutrientes: números que preocupan

El coordinador técnico de Fertilizar, Esteban Ciarlo, presentó un análisis detallado sobre el balance de nutrientes y el déficit que enfrenta la agricultura argentina. “La soja y el maíz son los grandes exportadores de nutrientes, entre 94 y 116 kg por hectárea, ya sea por su contenido nutricional o por el volumen que representan en la producción”, explicó.

De acuerdo con sus datos, en la campaña 2024/25 los seis principales cultivos del país (soja, maíz, trigo, girasol, cebada y sorgo) removieron más de 3,5 millones de toneladas de nutrientes (NPKS) sobre una producción de 130 millones de toneladas de granos. Sin embargo, solo se repusieron 1,42 millones de toneladas vía fertilización.

“Esto significa que solo reponemos un 40% de lo que las cosechas extraen. El déficit de nutrientes alcanza 2,1 millones de toneladas por campaña, lo que equivale a una pérdida económica de 86,5 dólares por hectárea cultivada”, puntualizó Ciarlo.

Entre los principales datos presentados:

-La soja representa el 48% de los nutrientes extraídos, seguida por el maíz (28%) y el trigo (14%).

-En promedio, cada hectárea pierde 17 kg de nitrógeno, 5,5 kg de fósforo, 29 kg de potasio y 4,5 kg de azufre.

-Los balances de nutrientes son negativos en todos los casos, con una pérdida neta promedio nacional de 56 kg por hectárea de los cuatro principales nutrientes.

El experto advirtió que la situación es especialmente crítica en el caso del fósforo. Argentina pierde cerca de 6 kg de fósforo por hectárea cada año, sin contar con reservas propias de roca fosfórica, lo que obliga a depender al 100% de la importación. “En la última campaña, la tasa de reposición de fósforo fue apenas del 57%, una de las más bajas del mundo entre los países productores de granos”, señaló.

Para revertir este escenario, Fertilizar impulsa el Programa SUMA P, que promueve la incorporación de fósforo como eje central en los planes de fertilización. “Cada kilo de fósforo aplicado es una inversión en el suelo, una apuesta por el futuro del activo más valioso de un productor: su tierra”, sostuvo Ciarlo.

Soja: el desafío de achicar la brecha de rendimientos

El Ingeniero Agrónomo Guido Di Mauro, de la Universidad Nacional de Rosario, abordó el caso particular de la soja, que enfrenta una brecha de rendimiento de alrededor del 30% entre lo que efectivamente se produce y lo que podría producirse bajo un manejo más eficiente.

“Argentina es uno de los principales productores de soja del mundo, pero apenas la mitad de la superficie recibe algún tipo de fertilización, y en muchos casos las dosis aplicadas son insuficientes”, señaló.

En la región núcleo, por ejemplo, los niveles de fósforo son bajos y la reposición está por debajo de los requerimientos, lo que limita la productividad. Según sus relevamientos, solo 20% de los productores realiza análisis de suelos y apenas 3 de cada 10 alcanzan un nivel alto de adopción tecnológica.

“La soja argentina se expandió durante décadas gracias a la fertilidad natural de los suelos. Pero esa ventaja inicial se convirtió en una debilidad: hoy tenemos balances negativos y suelos que muestran signos de agotamiento. Fertilizamos sin diagnóstico, lo que contribuye a comprometer la sustentabilidad”, advirtió Di Mauro.

Entre sus conclusiones, destacó que:

-El uso de nutrientes es insuficiente: en muchos lotes las dosis aplicadas están por debajo —o son nulas— respecto de los requerimientos del cultivo.

-La baja adopción tecnológica es un limitante: solo 30% de los productores aplica buenas prácticas de nutrición de cultivos.

-La brecha no depende solo del clima, la genética o la fecha de siembra: el déficit de nutrientes y la falta de análisis de suelos son determinantes.

-Mejorar la nutrición permitiría aumentar rendimiento y calidad de los granos, con impactos positivos en la industria, especialmente por la concentración de proteína en la soja.

Tanto Ciarlo como Di Mauro coincidieron en que la clave para cerrar la brecha de rendimiento en soja y maíz pasa por una fertilización balanceada que incluya fósforo, azufre y nitrógeno en la rotación de cultivos. “Es el único camino para sostener altos rendimientos, maximizar beneficios económicos y preservar la calidad del ambiente productivo”, concluyeron. (Noticias AgroPecuarias)

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