Las oportunidades y desafíos de la bioeconomía

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En la jornada ‘La bioeconomía como proveedora de soluciones para la agricultura sustentable’ se comparó la situación de este nuevo sector de la economía en Argentina, Brasil y Alemania.

(NAP) En la jornada “La bioeconomía como proveedora de soluciones para la agricultura sustentable”, se realizó un panel moderado por Dalia Lewi, directora nacional de Bioeconomía de la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina.

En este marco, Lewi destacó que el concepto de biodesarrollo está ligado a aspectos sociales y productivos y, por lo tanto, las políticas oficiales se enfocan en “acompañar el biodesarrollo local, el agregado de valor en origen y el desarrollo regional”, siempre basadas en “un compromiso con el cambio climático”.

El panel, que se realizó en la jornada organizada por el Diálogo Argentino Alemán sobre Innovaciones Agropecuarias Sustentables (DAAIAS) y el Diálogo Germano-Brasileño sobre Políticas Agrícolas, el pasado 3 de julio, lo abrió la docente de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, Inés Eugenia García de Salamone, quien describió los aportes de los bioinsumos a la sustentabilidad agrícola partiendo de recordar que los cultivos dependen de la biología del suelo, dentro del cual la materia orgánica y la biota son fundamentales para su salud. “Esto está relacionado a las raíces de las plantas que se nutren del aporte de microorganismos”, por lo cual llamó a “pensar en las interacciones del conjunto de genomas que están en ese ambiente para manipular ese microbioma”, con el objetivo final de “reducir la cantidad de insumos químicos”.

A la hora de enumerar los aportes de los bioinsumos citó casos como el de las respuestas a la inoculación con bacterias promotoras del crecimiento vegetal; o las asociaciones entre cereales y los hongos formadores de microrizas, dentro de un manejo de cultivos de servicio, para reemplazar a la fertilización química, entre otras estrategias.

La especialista aseguró que “el conocimiento de la ecología microbiana rizosférica brinda alternativas promisorias” y que existe un “potencial muy grande”, dentro del cual ya hay desarrollos comerciales.

Finalmente remarcó como una oportunidad el hecho de que “la eficiencia de los bioinsumos aún puede ser mejorada significativamente”.

Lewi, Vargas, Sellare y García de Salamone.

A su turno, el jefe de Grupo de Investigación en el Centro de Investigación para el Desarrollo (ZEF) de la Universidad de Bonn, Alemania, Jorge Sellare, enfatizó en la importancia de la sustentabilidad agrícola para impulsar la bioeconomía, pero alertó que “hay que tener en cuenta que la producción agropecuaria muchas veces se la asocia a impactos ambientales negativos”, como la emisión de gases de efecto invernadero, que conllevan a impactos socioeconómicos.

Sellare también planteó el escenario de la baja calidad de los granos (por la falta de nutrientes) lo que provoca, a su vez, la producción de alimentos de menor valor nutricional (concepto conocido como “hambre oculto”).

Para encontrar algunas soluciones al impacto ambiental de la producción agropecuaria, el investigador hizo tres propuestas. La primera fue la de bajar el consumo de carne principalmente dándole impulso al desarrollo de las llamadas “carnes vegetales”. En segundo término, dentro de un manejo agrícola convencional, con empleo de fertilizantes químicos, propuso el concepto de biofortificación, incrementando el uso de micronutrientes para mejorar la calidad final de los cereales y mejorar así la calidad del alimento, y finalmente propuso cambiar “el enfoque de la producción agrícola”, dado que “hay una brecha entre lo que producimos y lo que deberíamos estar comiendo: se cultivan mucho cereal, almidón y azúcar pero tenemos que consumir más frutas y vegetales”.

Sellare remarcó que los bioinsumos “son muchos y abarcan muchas tecnologías” y que, si bien son “una tendencia prometedora, no van a sustituir completamente a los sintéticos”, que van a seguir siendo necesarios para mantener “un nivel similar de rindes”.

El panel se cerró con una visión los “aspectos económicos y regulatorios” de la bioeconomía, que hizo el coordinador del Observatorio de Bioeconomía de la Fundación Getulio Vargas de Brasil, Daniel Vargas, quien advirtió sobre el desafío de “definir” y “medir” la bioeconomía, dado que los países centrales diseñan las directrices y tienen “la gobernanza global del clima”.

Por esto, Vargas aseguró que con “una mejor información científica se puedan desarrollar nuevas normas métricas” para corregir las desigualdades que afectan a los países de distintos hemisferios y economías. “Todos somos responsables de la agenda del clima para pasar a una economía más verde. Pero aún hay una brecha científica”, afirmó.

Vargas describió la situación con tres casos: la negativa de una empresa europea de aviación a adquirir bioetanol para sus aparatos bajo la sospecha de que implicaban la deforestación del Amazonas, cuando en realidad la caña de azúcar iba a ser provista desde el Estado de San Pablo; el caso de una empresa ganadera de Goias que no pudo exportar carne porque se considera a la actividad como una fuente de emisiones de GEI, cuando en realidad no produce en confinamiento sino en forma extensiva sobre pasturas que capturan carbono. “Esos pastos compensan la cantidad de emisiones de la rumia. En Brasil, Argentina y Uruguay la producción de carne es extensiva, no se produce en forma intensiva como en Europa”, graficó.

Y finalmente contó el problema del recuento de carbono de cada país y plantéo: “¿Cuál emite más Arabia Saudita que extrae el petróleo o Estados Unidos que lo usa?”; el mismo escenario lo trasladó a la producción de soja y a su consumo como pienso en China. “¿Qué país debe contabilizar las emisiones?. Estos dobles estándares deben ser analizados. Hay que medir mejor”, sentenció.

“Diálogo Argentino-Alemán sobre Innovaciones Agropecuarias Sustentables” (DAAIAS) es un proyecto de cooperación bilateral financiado por el Ministerio Federal de Alimentación y Agricultura de la República Federal de Alemania (BMEL) sobre la base de una resolución del Bundestag alemán. La Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP) es el principal socio ejecutor del lado argentino junto con el asesoramiento del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Por su parte, la GFA Consulting Group GmbH cumple la función de representante general del BMEL para el programa de cooperación bilateral (BKP) y la implementación del proyecto se encuentra a cargo de la IAK Agrar Consulting GmbH y la AFC Agriculture and Finance Consultants GmbH. DAAIAS expresa el interés de Argentina y Alemania en promover, a través del intercambio de conocimientos y experiencias, innovaciones en el sector agropecuario argentino, que contribuyan a la sustentabilidad y al respeto por ambiente, atendiendo el cambio climático. En este contexto, el proyecto enfatiza la voluntad ambos países de abordar colaborativamente los desafíos bilaterales y globales de políticas públicas agropecuarias y aplicación de prácticas innovadoras, establecidas en los marcos del desarrollo sustentable. A través del intercambio de conocimientos y experiencias, el principal desafío del proyecto será aprovechar el potencial que brindan la ciencia y las tecnologías para reducir la huella ambiental y climática del sistema alimentario y liderar una transición global hacia la sustentabilidad competitiva.

Para más información, ingrese a: https://agrinnova.tech/

(Noticias AgroPecuarias)

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