Trigo: Más de 12.500 kilos/hectárea en el norte patagónico

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Fue en la chacra AAPRESID-INTA. La demanda hídrica para estos planteos se ubica alrededor de los 550 a 650 mm y resulta clave mantener niveles superiores al 65% de capacidad de campo durante el periodo crítico.

En los valles irrigados de Río Negro se lograron resultados asombrosos en el trigo.

VIEDMA, Río Negro (NAP) Recientes experiencias con el cultivo de trigo en los valles irrigados de Patagonia Norte permitieron obtener rindes promedios que oscilaron entre los 9.500 y los 10.000 kilos por hectárea, aunque también hubo lotes en los que se obtuvieron hasta 15.000 kilos, gracias a los ambientes excelentes que pode para la realización de cultivos, aseguran desde el INTA

La experiencia se realizó en la Chacra AAPRESID Valles irrigados y se enfocó en el ajuste de sistemas productivos sustentables extensivos bajo riego en la región y para ello se trabaja a través de una visión sistémica apoyada en la interacción con expertos de INTA.

Las cuatro empresas que la conforman tienen sus establecimientos a orillas del Rio Negro y se dedican a la producción extensiva de commodities, aunque algunas hacen también ganadería, así lo demostró un trabajo de AAPRESID al que accedió www.noticiasagropecuarias.com.

Norpatagonia cuenta con ambientes excelentes para la producción de cultivos extensivos debido a sus condiciones de temperatura y radiación. El elevado cociente fototermal (Q) que relaciona radiación y temperatura, favorece especialmente la generación del rendimiento de cereales de invierno como el trigo.

Existe, asimismo,  una elevada correlación entre el número de granos y el cociente Q durante el período comprendido entre 20 días pre-floración a 10 días post-floración, critico en la definición del rendimiento.

La experimentación en trigo bajo riego comenzó en 2012 pero tomó mayor escala hacia 2015. Según explica la líder técnica de la Chacra, Magali Gutiérrez, “este cultivo era altamente necesario para los sistemas locales que partían de suelos prístinos de escaso desarrollo, pobres en estructura y en materia orgánica. Esta gramínea seria clave para aportar cobertura, generar carbono y mejorar los niveles de infiltración de estos suelos”.

“El cociente Q en Norpatagonia es muy superior al de otras zonas del país y permite explicar los mayores rendimientos. A esto debe sumarse la gran disponibilidad de agua de calidad para riego”, asegura Gutiérrez.

La experimentación en trigo bajo riego comenzó en 2012 pero tomó mayor escala hacia 2015. Según explica la líder técnica de la Chacra, Magali Gutiérrez,

Entre 2016 y 2018 se evaluaron materiales de distintos ciclos con el fin de validar potenciales de rendimiento y entender sus componentes. Se analizaron las series climáticas para optimizar la ubicación del periodo crítico, dándose énfasis a entender la demanda hídrica para ajustar el manejo del riego.

En la última campaña, si bien los resultados fueron variables, Gutiérrez asegura que “hubo rindes de hasta 9.500 y 10.100 kg/ha (14% humedad) en lotes de 60 a 90 hectáreas donde el manejo era todavía mejorable. Incluso los mapas mostraron sectores por arriba de los 15.000 kilos”. Esto confirma estimaciones de ensayos previos que arrojaban un potencial medio de 12.600 kg/ha.

“Si consideramos que a campo se puede trillar un 80% de ese potencial, estamos hablando de rindes muy raros para nuestro país”, advierte Gutiérrez. “Hoy nos repreguntamos ¿hasta a donde podemos llegar?”.

Como aspectos esenciales del manejo, Magali destaca la importancia de optimizar la producción de espigas/m2 de cada variedad, apuntando a un objetivo de 30.000 granos/m2 con un peso de mil granos igual o superior a 40 gramos. “Para ello necesitamos que las espigas florezcan entre el 5 y el 10 de noviembre, con el fin de captar un máximo coeficiente fototermal y disminuir el riesgo de helada. A su vez, las mismas deben desarrollarse en ausencia de stress hídrico y/o nutricional”.

El riego es el principal componente a ajustar. La demanda hídrica para estos planteos se ubica alrededor de los 550 a 650 mm (dependiendo del ciclo) y resulta clave mantener niveles superiores al 65% de capacidad de campo durante el periodo crítico para evitar momentos de estrés que afecten la expresión del rendimiento (Noticias AgroPecuarias).

EB

 

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