La maquinaria compacta menos en suelos en siembra directa
Un trabajo del Inta analizó el impacto en comparación con terrenos en labranza.
BUENOS AIRES (NAP) Los sistemas productivos de granos y carnes evolucionaron hacia esquemas de rotaciones cortas y altos niveles de mecanización con tractores y máquinas cada vez más pesados que impactan sobre los suelos agrícolas.
La búsqueda de mayores capacidades de trabajo, aún sobre condiciones de suelo limitantes, y la necesidad de optimizar los rendimientos atractivos, son algunos de los factores que han presionado a la industria para la generación de vehículos de gran tamaño y por ende de gran masa.
Así lo destacó un extenso análisis de la Estación Experimental del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Cuenca del Salado.
Frente a esta problemática un equipo de técnicos de la Estación Experimental, junto con referentes de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad Nacional de La Plata, realizó un trabajo con el fin de “evaluar el efecto de distintas intensidades de tráfico sobre dos condiciones de suelo, con labranza y bajo siembra directa, sometidos a diferentes intensidades de tráfico”.
Si bien se ha mejorado en la selección del tamaño adecuado de neumáticos para no aumentar las presiones de contacto, el aumento significativo del peso de las máquinas debe ser soportado por un sustrato siempre deformable como lo es el suelo.
Según trabajos realizados que analizan la problemática “la compactación de los suelos es un problema emergente inducido fundamentalmente por el tráfico de esas máquinas, dando como resultado el deterioro de la estructura de muchos suelos y la baja de los rendimientos productivos”.
Bajo siembra directa y convencional, las pruebas fueron realizadas sobre un ensayo preexistente desde hace 14 años en la Chacra Experimental Integrada (INTA-MAA) en el partido bonaerense de Chascomús.
Con el trabajo, según indican los técnicos del INTA, “se calcularon las diferentes intensidades de tráfico que corresponden a ambos tratamientos”. Luego del pasaje del tractor “se determinó la profundidad de huella resultante de las tres intensidades de tráfico evaluadas”.
Además se determinó la resistencia a la penetración, dado que según explican los profesionales “puede relacionarse fácilmente la resistencia a la penetración con la dureza del suelo, y por ende con el trabajo necesario que deberán hacer las raíces de los cultivos para explorar dicho perfil”.
“Las hipótesis de trabajo consideraban que el suelo bajo siembra directa retiene el agua durante más tiempo que el suelo labrado, y el suelo labrado es más susceptible a la compactación a nivel superficial que el suelo bajo siembra directa”, dijeron.
Sin embargo a la luz de los resultados obtenidos y analizados los especialistas del INTA Cuenca del Salado observan que “no existen datos suficientes como para falsar las dos hipótesis de trabajo”, al tiempo que entienden que “hay respaldo suficiente de los datos obtenidos como para considerar validadas ambas hipótesis de trabajo”.
En cuanto a las conclusiones a las que arribaron con el trabajo desde el INTA señalan que “el suelo bajo siembra directa fue capaz de retener el agua almacenada durante un período más prolongado”.
Mientras que “los suelos sometidos a labranza fueron más compactables a nivel superficial que los que se mantuvieron en siembra directa”.
Asimismo señalan que “la menor impedancia de los suelos labrados incrementó la profundidad de la huella de los equipos agrícolas, al tiempo que los cambios en las propiedades físicas mesuradas fueron más evidentes en el suelo labrado” (Noticias AgroPecuarias).
EB