Desde Santiago al Congreso Crea
Alumnos y docentes de la EFA Avellaneda viajaron en tren desde el interior santiagueño al Congreso CREA 2025, una experiencia que transformó su mirada y fortaleció vínculos.
(NAP) Viajar desde el interior santiagueño hasta Buenos Aires no es tarea sencilla. Para los alumnos de la Escuela de la Familia Agrícola (EFA) Avellaneda, significó atravesar casi un día entero en tren, con la ilusión de participar por primera vez del Congreso CREA 2025.
“Salimos de Colonia Dora a las siete y media de la mañana y llegamos a Retiro al día siguiente, a la misma hora. Fue todo un desafío, pero los chicos estaban felices”, recordó Diana Rivero, coordinadora de primer y sexto año de la escuela.
La institución está ubicada sobre la ruta 34, en el departamento Avellaneda, a 150 kilómetros de la capital de Santiago del Estero. Allí funciona un secundario técnico con modalidad agropecuaria que forma a jóvenes de familias rurales bajo el sistema de alternancia, una metodología educativa que combina el aprendizaje en la escuela con la vida y el trabajo en el hogar.
“Algunos de nuestros alumnos nunca habían salido de su pueblo ni conocido la ciudad de Santiago. Imaginate lo que fue para ellos hospedarse en pleno centro de Buenos Aires, sobre la avenida Corrientes. Estaban maravillados”, cuenta Rivero.
El viaje fue posible gracias al apoyo de CREA, la Fundación Conduciendo a Conciencia y la Fundación Por los Chicos, que gestionaron pasajes, alojamientos, viandas y traslados durante la estadía.
Además de asistir al Congreso, los jóvenes realizaron un recorrido por los principales sitios históricos de la ciudad. “Fue una experiencia única, que combinó un viaje de estudios con un viaje de egresados, porque muchos no tienen la posibilidad de pagar uno”, indicó la docente.
El Congreso también dejó una profunda impresión. Los estudiantes se sorprendieron tanto por la magnitud del evento como por la diversidad de temas abordados. “Volvieron encantados con las charlas sobre neurociencias, la importancia del cuidado mental y el uso de drones en la agricultura. Pueden ver videos en clase, pero no es lo mismo que tener la experiencia frente a frente. Fue muy inspirador para ellos”, destacó Rivero.
Una red que acompaña
La relación entre la EFA Avellaneda y los grupos CREA se remonta a varios años atrás, cuando la escuela comenzó a participar del programa “Así son los suelos de mi país”, una iniciativa que promueve la investigación escolar sobre los suelos y sistemas productivos del territorio. “Nos interesaba sumarnos porque trabajamos esas temáticas en las prácticas profesionalizantes, y queríamos compartir los resultados de nuestros proyectos”, explicó Rivero.
Con la guía del ingeniero Danel Leiva, integrante del CREA Sudeste Santiagueño, de la región Chaco Santiagueño, los alumnos desarrollaron trabajos de investigación que obtuvieron menciones en sucesivas ediciones del certamen.
“Participar en esa red es muy importante porque los estudiantes no solo muestran su trabajo, sino que también conocen otras experiencias y comparan distintas realidades productivas”, agregó.
Este año, el vínculo con CREA se fortaleció aún más cuando la institución fue invitada al Congreso. “Ayelén Bobbio, coordinadora de Educación del área Integración a la Comunidad de CREA, gestionó las inscripciones y el alojamiento. Sin esa ayuda y sin el apoyo de las fundaciones, no hubiera sido posible viajar”, resaltó. Fue un trabajo conjunto, de articulación entre productores, instituciones y organizaciones solidarias.
Para Rivero, este tipo de experiencias son esenciales para ampliar la mirada de los jóvenes: “Nuestros alumnos viven en contextos rurales, en pequeñas comunidades campesinas. Necesitan conocer otras formas de producción, ver la tecnología en acción, dialogar con profesionales. Eso les abre la cabeza y los motiva a seguir estudiando”
Una escuela distinta, nacida del esfuerzo familiar
La EFA Avellaneda es una de las más jóvenes entre las escuelas de la Familia Agrícola de Santiago del Estero. Nació hace 18 años, impulsada por familias campesinas que buscaban ofrecer a sus hijos una educación técnica vinculada al trabajo rural. “La escuela surgió de la necesidad de las pequeñas familias que producen aves, cabras, huerta o vivero para el sustento del hogar. Son familias de bajos recursos que, con mucho esfuerzo, sostienen la educación de sus hijos”, afirmó Rivero.
El sistema de alternancia, traído a la Argentina desde Francia en 1969, propone que los estudiantes alternen 15 días en la escuela con 15 días en sus hogares. En ese tiempo aplican lo aprendido, acompañados por sus familias.
“Trabajamos con dos escenarios: la vida escolar y la vida familiar. Las familias son las promotoras de la escuela, participan en la gestión, en la administración y en las actividades productivas del hogar. Son los profesores en la casa”, describió.
La EFA recibe alumnos de cinco departamentos y de 54 parajes rurales, en un radio de 180 kilómetros. Muchos llegan por caminos de tierra o ripio, en sulky, moto o remises. “La vida de las familias y de los alumnos es sacrificada”, afirmó.
Entre las actividades prácticas se incluyen producción de aves y cerdos, huerta, vivero y apicultura, además de materias técnicas específicas. “Queremos que los chicos apliquen sus conocimientos para mejorar los sistemas productivos familiares y, cuando hay excedentes, generar ingresos”, añadió.
Egresados que inspiran y devuelven
En casi dos décadas de trayectoria, la EFA Avellaneda formó una gran cantidad de técnicos agropecuarios que hoy continúan estudios universitarios o trabajan en emprendimientos locales.
“Tenemos seis ex alumnos cursando Ingeniería Agronómica en la Universidad Nacional de Santiago del Estero. No los dejamos a la deriva: los acompañamos, los vinculamos con fundaciones y hacemos seguimiento desde que egresan”, comentó Rivero.
Uno de los casos más emblemáticos es el de Néstor Puntano, egresado que se convirtió en ingeniero agrónomo tras cursar la carrera en la UNSE y realizar su tesis en España.
“Viene de un paraje donde no hay agua ni caminos, y hoy trabaja en una empresa en Quimilí. Además vuelve a la escuela a dar charlas ad honorem sobre maíz y biogás”, contó su ex docente.
Su hermano Gabriel Puntano también se recibió de ingeniero en alimentos, y Milagros Lovaiza, otra egresada, obtuvo el título de veterinaria en la Universidad del Litoral.
Además, Gabriel Coria, primer licenciado en Química formado en la EFA Avellaneda, hoy se desempeña como docente en la institución, acompañando a las nuevas camadas de estudiantes.
“Lo más emocionante es que sienten la necesidad de devolver a la escuela parte de lo que les dio. Vienen, comparten experiencias, inspiran a los más jóvenes”, dijo Rivero.
La institución también cuenta con docentes universitarios que hoy enseñan química y matemáticas y ayudan a preparar a los nuevos estudiantes para el ingreso universitario.
“El trabajo con CREA nos permite vincularnos con experiencias productivas y tecnológicas que no tenemos en nuestra zona”, afirmó Rivero. “Es una oportunidad para fortalecer la formación de los alumnos, ampliar su mirada sobre el sector agropecuario y consolidar redes con técnicos y productores que trabajan con un alto nivel de profesionalismo”, concluyó.(Noticias AgroPecuarias)










