La producción ovina en la Patagonia, una economía deficitaria

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Si el valor del cambio fuese otro, mejoraría el precio de la producción ovina  

TRELEW, Chubut (NAP, por Edelmiro Walker*) Nuestros abuelos llegaron a esta querida Patagonia hace más de 150 años, a un territorio inhóspito, sin otra cosa que algunas herramientas de mano y otras tiradas con caballo, donde, por supuesto, no existían caminos ni ningún tipo de comunicación.

Debieron luchar contra todo tipo de inclemencias naturales y culturales, con algún pequeño apoyo de sus pares y el aliento que llegaba entre años de “algún” aporte del gobierno de la época, fácil de imaginar, con todo lo que debería tener que atender en un territorio tan amplio como el de nuestra Argentina, con reclamos de todos los puntos distantes que se querían poblar.

Luego de haber transitado 150 años de aquel tan difícil comienzo, con todos los acontecimientos que están en la historia, debemos vivir, creo yo, con más dificultades para superar, cuando podrían tener una solución facilitadora, si tuviésemos políticos gobernantes con mejores ojos y oídos, que gobernaran durante todo el periodo para el cual se postularon y resultaron electos, y que dejaran de pensar y planear la forma de poder continuar en los cargos públicos. Cargos interminables, pretendiendo perpetuarse en la cúspide del poder, sin importarle las reales necesidades de la gente, sin apuntar a la producción.

Solamente piensan en la forma de exprimir sus ya caídos ingresos; y digo ingresos porque no podemos hablar de ganancias u utilidades, porque la producción primaria (monocultivo) de nuestra provincia está funcionando por inercia, dejando caer estrepitosamente los bienes de cambio y de capital que son indispensables para el funcionamiento de los establecimientos pecuarios. Hace ya varios años que no se pueden reparar alambrados, infraestructura, viviendas para personal estable y transitorios, sanitarios, todo esto exigible por la ley y por supuesto merecido para el trabajador.

Nuestra actividad es totalmente deficitaria, deteriorando todo lo expuesto, con un valor del producto que podría considerarse bueno si el valor de cambio fuera otro o fuera el mismo valor de cambio con el que adquirimos nuestros insumos y pagamos los servicios que debemos contratar.

Año tras año debemos afrontar incrementos de costos por el aumento de insumos de esquila (importados), salarios que deben ser incrementados debido al aumento inflacionario (entre 27%, 30% y 35% los últimos tres años), con un precio de la lana en caída y un valor de conversión de la moneda totalmente retraída. En una palabra, una sangría total a la actividad, con boleto de ida a un final sin retorno.

Nuestro gobierno provincial, ciego y sordo, pero no mudo, sigue pregonando un modelo totalmente destructivo, que compra voluntades con promesas y convenios que no cumple en su mayoría, sin atender las necesidades del sector productivo, destruyendo mano de obra y produciendo desocupación de los sectores más carenciados de la población. Destruyendo la voluntad del trabajo, del orgullo de ganarse el sustento con su trabajo, reemplazando con dádivas sin futuro.

De esta manera se sigue el despoblando territorio, avanzando la desertificación, con el avance de especies destructivas de la ganadería, destruyéndose los bienes e instalaciones útiles para la producción e imposibles de recuperar.(Noticias AgroPecuarias)


(*) Edelmiro Walker es vicepresidente de la Federación de Sociedades Rurales de Chubut

Fuente: Las Bases, el periódico de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA)

EB

 

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